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27 febrero 2006

YO TAMBIÉN.

El derecho de manifestación es un territorio común de cualquier método democrático. Se admite que los ciudadanos, aparte de introducir nuestro voto en la urna con la periodicidad instituida, podemos opinar y podemos manifestarnos. También la Derecha, porque la calle no es feudo propio de la izquierda. Incluso las víctimas del terrorismo poseen ese derecho, aunque se añada a la manifestación el principal partido de la oposición. Eso es el sistema: Gobierno y oposición. Todos disfrutamos del derecho a exasperarnos por lo que nos parezca oportuno. ¿Parece obvio? Pues no lo es tanto, a juzgar por lo que se lee y se oye.
Viene lo anterior al caso porque yo me identifico, en términos generales, con los que se manifestaron contra la negociación con ETA. No estuve allí y desconozco los pormenores, pero me hermano con el planteamiento general porque a los asesinos de Miguel Ángel Blanco y de tantos otros sólo les puedo desear la capitulación. Y ello estaba cerca hasta que se desgarró el pacto entre los dos grandes partidos. Y no fue el de la oposición el que provocó dicha ruptura, sino el que está en el gobierno, en virtud de sus alianzas sorprendentes. Así que lo confieso: Yo también habría ido a la manifestación. Lo siento por los sectarios de índole izquierdista, pero la razón está, en el presente, a este lado de la realidad.

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