Concluye el décimosexto año del nuevo siglo, y también del
nuevo milenio. Tal vez, hasta ahora, lo
más exclusivo de ese discurrir haya sido el ruido, el ruido creciente, la
hiperinformación, las redes sociales, la
dificultad cada vez mayor para apartar la paja del grano. Ya caminamos fijados a un terminal, a una
pantalla de múltiples funciones (¿se le ocurrió esto a algún gurú del futuro, a
algún genio de la ciencia-ficción?), que nos comunica, que nos localiza, que
nos gestiona y que nos informa. Pero la
información es caótica, sin jerarquía, informe y desmesurada. En definitiva, ruido. Será cada vez más difícil sustraerse a las
emociones, que vienen inoculadas en el propio aluvión informativo, para poder
pensar con claridad. Así pues, la
perspectiva no parece muy optimista.
Pero, en fin, en un día como hoy sólo cabe, de momento, desearnos un
2017 próspero y féliz.
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31 diciembre 2016
18 diciembre 2016
EDUCACIÓN.
Lenín apuntó aquello de "libertad para qué". Se
podría añadir, parafraseando la afirmación de Gustavo Bueno en una conferencia, "Educación para qué". En efecto, la Educación es un concepto ya trillado
en nuestros tiempos, que se relaciona con el progreso, el bienestar y la
felicidad, en una identificación que emerge en el siglo XVIII en el seno de la Ilustración. Y hoy se habla
de la formación de nuestros jóvenes como remedio de futuro, añadiendo siempre
la coletilla, o mantra, de la "Educación en valores". Pero, ¿ qué valores?. No existen unos valores neutros y universales,
sino que todos son partidistas y se
enmarcan dentro de una concepción concreta.
Sorprende, además, que sean los defensores genuinos de la idea de
multiculturalidad quienes más aludan a esos valores genéricos e interculturales:
¿tal vez los suyos propios?. No
deberíamos simplificar la noción de Educación para convertirla en una suerte de
lema partidista e ideológico. Pero lo
haremos. Así son estos tiempos.
10 diciembre 2016
PROGRESO
Del latín, progressus,
el diccionario define el vocablo progreso
como la acción de ir hacia adelante
o, en segunda acepción, como avance,
adelanto, perfeccionamiento. Fue el
gran mantra de los ilustrados del XVIII que, frente a la concepción cíclica del
eterno retorno o a la teoría de la degeneración de los ciclos, movieron la edad
de oro desde el pasado nebuloso hacia un futuro henchido de perfección. Desde entonces, el progreso fue el gran
argumento, que se plasmó en otras ideas fuerza como educación, ciencia o
industrialización. Hasta tal punto tuvo
éxito la locución que se convirtió en definición ideológica: los progresistas
como opuestos a los conservadores o reaccionarios. En este presente confuso, y tal vez caótico,
ya no resulta fácil desentrañar dónde están unos y otros; así, los que profesan
la religión ambiental del ecologismo se dicen conservacionistas, en una actitud
que se extiende también a los ecosistemas culturales en el sentido de salvar
lenguas o etnias minoritarias y, por otra parte, los gurús del capitalismo se
refieren al crecimiento económico como progreso en el contexto del
mercado. Pero, ¿dónde está el progreso?
¿existe una noción objetiva del mismo? ¿existe el propio progreso como realidad
tangible al margen de los deseos o estrategias de quienes lo proponen?. Tal vez sea necesario volver, con la
imaginación, al Siglo de las Luces y
observar su contexto para después llevar a cabo algunas relecturas, porque
igual, en el presente, la oscuridad y la superstición cabalgan de nuevo. Y nadie busque a Roma en Roma.
03 diciembre 2016
TRIBU
La tribu es una forma de organización social, primigenia y ecuménica, que, partiendo de los lazos de
parentesco, está en la base de la cooperación entre individuos de cara a un fin común. En su momento, la
organización política nació de la superación del clan, como muestran los
estudios sobre la antigua Grecia y sobre la antigua Roma, que nos legaron la noción
de lo civil y de lo urbano como superación de lo gentilicio. Sin embargo, el linaje parece haberse esculpido,
como mitologema, en alguna porción de nuestro cerebro o de nuestro
inconsciente, pues retorna en renovadas formas de manera recurrente; así, las
llamadas tribus urbanas o, en general, cualquier modo de glorificar la noción de pertenencia: en el fútbol, en la
música, en los diversos grupos que van brotando en cada momento. ¿Es el nacionalismo, en este contexto, una
vuelta a la tribu? Parece que, al final,
si se convierten el territorio, y la
sociedad que lo habita, en un elemento
que se enaltece y se hurta al análisis racional nutriéndose de lo emotivo, se
está volviendo a la horda como forma de organización previa a la política. Sólo si el concepto de Nación es distante,
racional y ajeno a los lazos emotivos de lo manifiesto, el nacionalismo deviene
patriotismo y se aleja de lo tribal y
gentilicio.
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