“Se me ha pedido hablar sobre cuál considero el mayor
reto que tiene que afrontar la humanidad y tengo fundamentalmente una
respuesta. El mayor reto que tiene que afrontar la humanidad es el reto de
distinguir la realidad de la fantasía, la verdad de la propaganda.”
Michael Crichton
El autor del párrafo destacó, en vida, además
de como escritor, también como activista, por su valor crítico frente a
fenómenos incipientes, como la nueva religión ecológica. El parágrafo transcrito arriba muestra, tal
vez, esa otra mirada de nuestro polígrafo.
Se refiere a un reto verdadero, y patente, de estos días; desde de que
su autor pergeñase esas palabras, ha ido la cosa a más; nociones como
“posverdad” se han ido instalando en un escenario de confusión creciente.
Distinguir la realidad se torna tarea cada vez más ardua, e incluso cabe plantearse
si existe algo que así podamos denominar. La propaganda se ha instalado en nuestras
vidas con una nueva dimensión, que trasciende su ámbito pasado para convertirse
en una suerte de argamasa que forma parte de todo lo que vemos, oímos y leemos,
y que nos deviene a todos en sus emisores, más bien repetidores, voluntarios o
involuntarios. Casi se puede afirmar que la propaganda ha muerto. Ocupa su
lugar la nueva fantasía de diseño con el
simulacro suplantando a la realidad
verdadera.