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23 octubre 2010

LO INMUTABLE.

Nunca el mundo muda tanto como pretendemos.  En Occidente, somos hijos del Medievo cristiano y eso se nota.  La división entre poder temporal y espiritual, que tantas diatribas provocó entonces, sigue vigente.  Ahora, el papel de la Iglesia lo desempeña la ONU.  Hasta las órdenes mendicantes retornan en forma de onegés.  Nada nuevo, por tanto.  La misma pócima de intereses, Poder, egolatrías  y altruismos entreverados en la trama de lo políticamente correcto.  Tal y como Borges insinuó utilizando el verso ("Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. / ¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza/ de polvo y tiempo y sueño y agonías?"), todo parece inmutable en esta partida de ajedrez a la que el Orbe se asemeja