EL SENTIDO COMÚN Y GRAMSCI

¿ A quién le importa la Verdad, si es que ella existe y podemos conocerla? Más bien interpretamos los hechos para constatar nuestro pensamiento previo. El empirismo, pues, no es más que un concepto difuso. Y quienes tienen poder, quienes dominan los entresijos de la gran repetición mediática, intentan siempre construir la hegemonía de una determinada visión del mundo. Ya lo dijo Gramsci, teórico comunista e italiano, al afirmar aquello de que la concepción del mundo de la clase dominante se ha vuelto sentido común. Él proponía que el objetivo del partido debía ser la hegemonía cultural o, lo que es lo mismo, que sus propuestas se tornaran sentido común en la gran mayoría del todo social. Pero, ¿ quiénes forman hoy esa clase dominante? ¿Quiénes controlan al agitprop y se benefician de su algarada oral y escrita? ¿Existe la Verdad? ¿Podemos conocerla? Sigamos desde hoy, y con lupa, ciertas informaciones de los distintos medios.

LEER, Y ESCUCHAR, ENTRE LÍNEAS......

Leer, y escuchar, entre líneas. Regresa una vieja costumbre de los tiempos con censura. No existen hoy censores como tal, que controlen lo que se dice de manera previa o a posteriori. No. Pero lo políticamente correcto, la dictadura de lo progre y la existencia de una ortodoxia o camino recto en materia de pensamiento, imponen unos márgenes a lo que se escribe o se enuncia. Fuera de ellos, uno se convierte en apestado, en sujeto moralmente abominable, en una nada a la que se ignora o se descalifica. Como consecuencia, muchos, al emitir valoraciones en torno a determinados asuntos, lo hacen de forma velada. Por eso, como otrora, hay que leer, o escuchar, entre líneas para buscar el verdadero mensaje. Esto, hasta no hace mucho, ocurría sólo en la órbita del nacionalismo llamado periférico. Ahora empieza a extenderse por todo el territorio y para casi todas las cuestiones. La libertad queda así en suspenso porque existen maneras muy sutiles, y a la vez tremendas, de provocar la necesidad de autocensura. Las manejó muy bien, en su momento, el estalinismo (con su "agitprop") y las manejan, en este presente laico, otros poderes cada día más instalados. No diré más. Quien quiera entender que entienda.

EL OCASO DE LA LIBERTAD.

Hechos y actitudes preocupantes. Se suceden un día sí y otro, también. Más que un cambio climático, se está produciendo, en esta Europa sin brújula, una metamorfosis de las conciencias, una especie de tiempo previo a la muerte de la Libertad. Los indicios empiezan a ser alarmantes y se manifiestan, sobre todo, en esa suerte de pasividad (actitud del avestruz) ante el avance de los liberticidas. Ya están dentro y, cada año, se hacen más fuertes. Si ocurre en Francia, ¿cómo no va a ocurrir en España? Aquí, de momento, vamos entretejiendo una mordaza de silencio y omertá frente a hechos y palabras que debieran invitar a la protesta y la rebelión. Pero, como siempre, mentiras muchas veces repetidas acaban tomando aspecto de verdad para los tibios de espíritu o de pensamiento; también para los amantes de sus propios intereses. Se denigra y vitupera al disidente, se le ignora y, en general, se intenta que aparezca como sujeto asocial, a la vieja manera que tan bien manejaron el nazismo y el estalinismo. No tienen tasa, no se detienen ante nada, asolan la posibilidad del sentido crítico y de la conciencia.

DEL MAOISMO AL METODISMO.

La Ley del Alcohol es otro de los reclamos neopuritanos del actual gobierno, que, más que un gobierno de izquierda, es un gobierno progre en el sentido más gráfico del término. El neopuritanismo actual tiene su origen, como los anteriores, en el rechazo de la libertad. Se diferencia en que su objetivo se centra en la salvación del cuerpo y ya no en la del Alma, aunque a los agnósticos esa diferencia nos parece banal. En el caso de la ley que nos ocupa, su defensa por parte de nuestro gobierno se puede deber a dos razones: o bien se trata de allanar el camino de Europa a Eurabia, o bien es una cuestión de simple evolución de muchos de nuestros progres mudando su condición de maoístas a metodistas.

EL PREDICADOR "GORE"

Parece ser que Al Gore ha sido propuesto para el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional por su compromiso con el Medio Ambiente. Este predicador (sino charlatán) del más cutre ecologismo, agitador y propagandista en el campo de la demagogia científica, podría, por tanto, de no remediarse el asunto, sentarse entre los premiados allá por el mes de octubre para soltarnos su letanía laica. Lamento semejante posibilidad, como asturiano y como miembro de eso que se llama la especie humana. El milenarismo catastrofista regido por la superstición y por la profecía frivoliza, con frecuencia, asuntos que son muy serios. Bastante tenemos con recibir estos días al norteamericano con su película debajo del brazo para que, además, lo convirtamos en candidato a tan importante premio. Siento escalofríos ante la pléyade de memeces y medias verdades (cuando no mentiras o barbaridades) que pueblan el abyecto filme. No hay mayor peligro para el Medio Ambiente que determinados mensajes ecologistas que, por medio del sofisma y de la desmesura, ponen en la picota a las predicciones serias y verdaderamente científicas.

EL APAGÓN.

Un apagón de cinco minutos. Es el rito de una nueva religión fundada sobre aquello que Fernando Savater denominó ecolatría. Los ecólatras parten de una verdad revelada y teñida de milenarismo: amenazan con el fin de los tiempos. Su dogma principal es eso que se denomina cambio climático o calentamiento global. Si buceamos en las páginas digitales y libros de los paleoclimatólogos, estos no parecen tener tan claro que ese cambio se esté produciendo o que, en todo caso, sea debido a la acción humana. Mas, ¿qué importancia tienes los hechos o la seriedad científica para los fanáticos religiosos? Y lo peor de todo es que este tipo de cosas son la antesala del totalitarismo; este comienza siempre demonizando a un hipotético enemigo: la burguesía, el capitalismo, los judíos, los masones o los comunistas. El que sea, según la época y lugar. Se repiten muchas veces las consignas y acaban pareciendo ciertas aun cuando no sean, en un principio, creíbles. Nadie piense que estamos hablando, pues, de Medio Ambiente o de Cambio Climático. No. Tiempo al tiempo.

Posdata: No he querido apagar las luces ni desenchufar un solo aparato.