"El Gatopardo", novela publicada
póstumamente, pues su autor, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, falleció un año antes
de que su obra viera la luz, refleja el crepúsculo de la aristocracia terrateniente
siciliana. Pero su contenido puede ser elevado al rango de
categoría literaria y sociopolítica; a partir de la adaptación de esa clase
social al nuevo contexto contemporáneo, se acuñó, partiendo de una frase de la
novela ( "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que
todo cambie") el término gatopardismo
o lampedusiano para describir aquella
estrategia política basada en "cambiar todo para que nada cambie".
Desconozco si todos somos conscientes
del alcance del aforismo si lo aplicamos a nuestra historia concreta. Da la impresión, a veces, de que quienes
más vociferan frente al pasado opresor
son los más responsables, en muchos aspectos, del vago olor lampedusiano que
algunas envolturas de nuestra vida política parecen despedir. Quien quiera entender, que entienda.
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27 diciembre 2018
24 diciembre 2018
NAVIDAD
La Navidad. El
sintagma resulta polisémico, lo concibamos desde el prisma cristiano o desde el prisma
solsticial. La navidad nos entra por el
cerebro reptiloide, el de las emociones, y los publicistas lo saben. Los cuentos navideños, los del catolicismo,
como los del burgués bien pensante, como los de lo progres buenistas, parten de
esa pulsión anticomercial que, presente en el cristianismo desde los primeros
tiempos, caracteriza también a los anti-sistema de hoy, a los que parece sobrarles el prefijo a poco
que pensemos con propiedad. Pero, en fin,
para qué elucubrar de más en estos días.
¡Feliz Navidad!
16 diciembre 2018
COSAS QUE DAN MIEDO.
En
el siglo XVIII, Thomas Malthus vaticinó
la imposibilidad del crecimiento demográfico, exponencial, según él, e incompatible con el
crecimiento aritmético de los alimentos.
El futuro lo dejó en evidencia, pues los cambios técnicos y
socioeconómicos alumbraron una era de aumento casi ilimitado de la producción. Tal vez ello debiera servir como demostración
de que los problemas de población y recursos, o medioambiantales, se solucionan
más mirando al futuro que escudándose en los dulces, y apócrifos, paraísos del
pasado. Por su parte, el Club de Roma, en su informe sobre los "Límites del Crecimiento",
aseveraba en los inicios de la década de los setenta:
"Si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación,
la producción de alimentos y la explotación
de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará
los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante
los próximos cien años."
Se
trata, tal vez, de predicciones estáticas, que se basan en la situación de
partida y no en los posibles cambios futuros. En la actualidad, el medioambientalismo y la
ecolatría acientífica, postulan casi una vuelta al orbe preindustrial en una
nueva religión que niega el progreso. Y
los liberticidas, como siempre, se instalan también en esa fantasía, que acaba
convenciendo a personas aparentemente racionales. Y, así, da miedo el futuro.
06 diciembre 2018
CONCILIOS.
Los concilios eclesiásticos fueron, durante la denominada "Antigüedad Tardía", e incluso
después, un medio para asignar el Poder
y purgar enemigos, por el sistema de trazar los límites de la ortodoxia para
dejar fuera a réprobos y herejes; esos límites eran variables y se adaptaban al
interés de los vencedores. A caballo
entre los siglos IV y V, Cirilo, patriarca de Alejandría, pudo así desembarazarse
de su rival Nestorio, en el contexto de una supuesta discusión sobre la
naturaleza de Cristo, aunque no fuera eso lo importante. Cirilo, como otros sucesores, se rodeaba
además de una masa de monjes semianalfabetos que, olvidando el retiro del orbe
propio de su condición, ejercían la violencia, verbal o física, en caso
necesario. El caldo de cultivo para todo
ello eran los concilios. La misma
metodología utilizaron los partidos comunistas y los regímenes por ellos establecidos:
congresos del partido y claro trazado de la línea de la ortodoxia; incluso el
borrado de las fotos no fue nada nuevo, pues se basó en la condena
retrospectiva utilizada en los inicios de la Iglesia. Nos sirve asimismo el modelo para entender muchas cosas
de los años treinta. Y, sobre todo, para
explicar nuestro presente, en el que lo denominado como políticamente correcto
no es otra cosa que un asunto de ortodoxia, en el que lo de menos es el
contenido, pues se trata de dejar fuera del círculo de los buenos a un amplio
sector de nuestras sociedades. Ello
suele ser antesala del totalitarismo.
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