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28 abril 2021

¿FASCISMO?

 

Parecía olvidado, como signo de otros tiempos, el mensaje propagandístico, con sus mantras repetitivos, de la Komintern.  Y, de pronto, desde la izquierda carpetovetónica, se revive el grito del peligro fascista, olvidándose del detalle de que el fascismo, como tal, ya no existe, ni es el principal peligro de los que nos acechan.  Es más, si tomamos los últimos cien años, y tanto se usamos la medida de los kilómetros cuadrados, como la de las personas afectadas, el comunismo ha causado más daño y opresión, también durante más tiempo, que eso que los propios comunistas denominan fascismo, cuyos límites ideológicos nunca quedan claros, pues da, a veces, la impresión, de que es fascista todo aquel no partidario del comunismo.  La realidad actual es incontrovertible: no existe, en lontananza, de momento, nada parecido al nazismo alemán y al fascismo italiano, como fenómenos que fueron del período de entreguerras.  Da miedo escuchar esa llamada de los totalitarios a unirse contra el totalitarismo.  Churchill afirmó, o eso se le atribuye, aquello de que “los fascistas del futuro se llamarán a si mismos antifascistas” y todo parece, en estos días darle la razón al británico.

23 abril 2021

HELIOTROPISMO.

 

 Los girasoles se orientan hacia la luz.  La manipulación, como método de ingeniería social,  se asemeja, en cierto modo, al heliotropismo, en este caso inoculado y previsto, con la ventana de Overton como explicación, o tal vez origen del mismo.  Rotamos, colectivamente, en el sentido que nos proponen mediante informaciones no contrastadas, medias verdades o simple alpiste emocional.  Es lo que hay.  Con muy poco estímulo, nos ubicamos, como los girasoles, en posición orante en relación con la luz que el Poder exhala.    No es solo asunto de ideas, sino una suerte de propensión ocasionada por el miedo, o la conveniencia  que, conscientes o no de ello, nos sacude, a veces mediante  pequeñas dosis, a la manera de vacunas gramscianas, que ni percibimos.  .  Desde siempre.  Pero, ahora, más sutil que nunca, casi inadvertido, ese pavor no asumido condiciona lo que creemos pensar y está en  el origen de  decisiones que pensamos son fruto del libre albedrío.  Pero no. Sólo son la expresión de un sentido común dominante que, en cada momento, sirve de amalgama para que todo esté bajo control.

18 abril 2021

DEMOCRACIA Y TRANSVERSALIDAD.

 

“Mientras se me permita elegir, sólo viviré en un país en el que haya libertades políticas, tolerancia e igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. La libertad política implica la libertad de expresar las propias opiniones políticas verbalmente y por escrito; la tolerancia implica el respeto por todas y cada una de las creencias individuales”.

Albert Einstein.

Se escribió, este pensamiento, en 1933.  Se refería, en principio, a la Alemania de entonces, recién llegado el nazismo al gobierno, pero podría reseñar cualquier otro tiempo y lugar. Hasta no hace mucho podría servir, el parágrafo, como texto aceptado por cualquier demócrata, entendido el adjetivo en sentido amplio y transversal.  No sé si hoy eso estaría tan claro. El respeto por todas y cada una de la creencias individuales no se practica: demonización de ciertas ideas, censura en las redes, polarización a través de lo políticamente correcto… Y es que Einstein, antes de que el concepto se acuñase,  hablaba en términos de “libertad negativa”, en el sentido que le dio, en una distinción ya glosada aquí,  Isaiah Berlin. Sin embargo,  parece tenderse, en estos días, a la “libertad positiva”. Está última no va de eso que el gran físico entendía como libertad, sino de otras cosas que no siempre coinciden con el libre albedrío individual e incluso, muchas veces, lo obstaculizan.  Por eso el párrafo transcrito arriba no es ya tan transversal como podría parecer a simple vista, tal vez porque la transversalidad fenece, poco a poco, en estos tiempos.

13 abril 2021

TEMPUS FUGIT

 

Tempus fugit”, latinajo manido, pero incuestionable.  Nuestra vida es breve, e insignificante en el contexto del carillón cósmico.  Siempre codiciaron  los poderosos que, por el contrario, la percibiéramos larga, para así inocular el miedo a perderla como inicio para el resto de miedos que la opresión conlleva.  Durante largos siglos, se utilizó la otra vida, la eterna, como fuente de pavor ante la condenación infinita en días y horas.  Más tarde, en el presente, verbigracia, nos prometen una existencia larga si nos portamos bien: la alimentación,  y otras  revelaciones laicas, son el paradigma.  Pero no es verdad; nuestro vivir  es transitorio y fugaz.  Detrás de todo, está siempre el miedo, sin el cual la imposición y la eliminación de la libertad resultan imposibles.  Y el miedo vuelve siempre, con un ropaje o con otro, con apariencia incluso de opción razonada y razonable.  Por acabar con otro latinajo, mutatis mutando.

08 abril 2021

DISONANCIA COGNITIVA.

 

La noción de  disonancia cognitiva se debe a León Festinger, psicosociólogo que la acuño allá por los años cincuenta. Viene a instituir, en esencia, que el individuo desea lograr siempre la consistencia o coherencia  entre las opiniones, conocimientos y creencias que le son propios  y sus actos o conducta. Según Festinger, cuando existe una inconsistencia,  el resultado es el malestar psicológico y, como consecuencia, un intento de reducir la disonancia, eliminándola y evitando las informaciones y contextos que puedan aumentarla. En los últimos tiempos, la teoría de la disonancia cognitiva parece explicar muchas de las cosas que pasan, sobre todo las relacionadas con la obediencia y la sumisión frente a los liberticidas.  Si combinamos esto con la denominada “ventana de Overton”,  se explica una parte del galimatías que nos asola y, así, lo que parece absurdo e impenetrable se va tornando proceso inteligible.  Todo se reduce a no querer ver o mirar lo que está más allá de nuestras narices, a ponerse las orejeras ideológicas de  la marca sentido común dominante ( ¡ay, Gramsci!) y a ir aceptando ruedas de molino de radio y grosor creciente.  Disonancia cognitiva y ventana de Overton, pues.

03 abril 2021

COLECTIVISMOS.

 

Si aspiramos a indagar las raíces del colectivismo, debemos acudir a la Religión. Quizá la primera secta con manifestaciones colectivistas, al comienzo de la era cristiana, como muy bien explica Escohotado en “Los enemigos del comercio”, fue la los ebionitas, quienes amparaban doctrinas  como la transmigración de las almas amén de practicar la comunidad de bienes. También se puede citar al milenarismo, que agrupaba, ya entre los primeros cristianos, a los convencidos del  retorno inminente del Mesías, o Parusía.  No les  ocupaban, por ello, en demasía,  los bienes terrenales, por lo que, en muchas ocasiones, los  ponían en común. Estaban, asimismo, los gnósticos; entre algunos de ellos, se postulaba un  igualitarismo absoluto. Podríamos seguir con la enumeración, pero la dejamos aquí. Parece, por todo ello,  que esa pulsión colectivista, con rechazo del dinero y las transacciones (recomiendo la lectura de la trilogía de Escohotado),  está presente entre nosotros desde tiempos lejanos y  forma parte ya, tal vez, de esa porción del cerebro humano denominada reptiloide.  Se explican, así, muchas cosas de las que hoy suceden. Y no digo más.