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08 abril 2021

DISONANCIA COGNITIVA.

 

La noción de  disonancia cognitiva se debe a León Festinger, psicosociólogo que la acuño allá por los años cincuenta. Viene a instituir, en esencia, que el individuo desea lograr siempre la consistencia o coherencia  entre las opiniones, conocimientos y creencias que le son propios  y sus actos o conducta. Según Festinger, cuando existe una inconsistencia,  el resultado es el malestar psicológico y, como consecuencia, un intento de reducir la disonancia, eliminándola y evitando las informaciones y contextos que puedan aumentarla. En los últimos tiempos, la teoría de la disonancia cognitiva parece explicar muchas de las cosas que pasan, sobre todo las relacionadas con la obediencia y la sumisión frente a los liberticidas.  Si combinamos esto con la denominada “ventana de Overton”,  se explica una parte del galimatías que nos asola y, así, lo que parece absurdo e impenetrable se va tornando proceso inteligible.  Todo se reduce a no querer ver o mirar lo que está más allá de nuestras narices, a ponerse las orejeras ideológicas de  la marca sentido común dominante ( ¡ay, Gramsci!) y a ir aceptando ruedas de molino de radio y grosor creciente.  Disonancia cognitiva y ventana de Overton, pues.

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