¿FASCISMO?
Parecía olvidado,
como signo de otros tiempos, el mensaje propagandístico, con sus mantras
repetitivos, de la Komintern. Y, de
pronto, desde la izquierda carpetovetónica, se revive el grito del peligro
fascista, olvidándose del detalle de que el fascismo, como tal, ya no existe,
ni es el principal peligro de los que nos acechan. Es más, si tomamos los últimos cien años, y
tanto se usamos la medida de los kilómetros cuadrados, como la de las personas
afectadas, el comunismo ha causado más daño y opresión, también durante más
tiempo, que eso que los propios comunistas denominan fascismo, cuyos límites
ideológicos nunca quedan claros, pues da, a veces, la impresión, de que es
fascista todo aquel no partidario del comunismo. La realidad actual es incontrovertible: no
existe, en lontananza, de momento, nada parecido al nazismo alemán y al
fascismo italiano, como fenómenos que fueron del período de entreguerras. Da miedo escuchar esa llamada de los totalitarios
a unirse contra el totalitarismo.
Churchill afirmó, o eso se le atribuye, aquello de que “los fascistas
del futuro se llamarán a si mismos antifascistas” y todo parece, en estos días
darle la razón al británico.
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