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26 noviembre 2020

ABORRECER EL MUNDO.

 Escuché una vez, o leí en algún párrafo cuya ubicación no recuerdo, que el grado de conocimiento del mundo proviene del amor que se le profesa.  Es decir, conocemos, e indagamos, porque nos gusta el orbe o porque lo consentimos como es.  Están también los que lo odian, los que desean transformarlo o destruirlo; no sé si estos llegan a discernirlo de verdad, pues, como mucho, forjan generalización de lo que les concierne, pero nunca ahondan en el conocer.  En algunos casos, consideran su análisis, o sus propuestas, como una suma de enunciados nomotéticos, confundiendo el deseo con la realidad.  No es comprensión, ni nada parecido, lo que atesoran, pero,  juzgando que sí lo es,  los que así sienten y operan pueden hacer mucho daño.  El devenir histórico está lleno de ejemplos.  No voy a citar ninguno, lo dejo a criterio de quien quiera buscarlos.  Aborrecer  el mundo está  tal vez en la génesis de cualquier distopía; y ninguna de ellas pueden ser benéfica por mucho que pueda parecerlo.  Del odio no brotan precisamente el amor o la concordia.  Deberíamos saberlo

21 noviembre 2020

CONTROL MENTAL.

 

Leo al coronel Pedro Baños (experto en estrategia, defensa, inteligencia y seguridad, ), cuyo mensaje se puede compendiar en  la siguiente frase: “El poder nos convierte en zombies sociales para dominar nuestra mente”. Se podría añadir:  “la manipulación psicológica la ejercen desde los Estados a las grandes plataformas digitales” Todo ello en   El dominio mental. La geopolítica de la mente (Ariel), que recoge las tácticas, estrategias y engaños de las élites para conseguir el poder definitivo. Afirma: “sólo si conocemos en qué consiste y cómo se consigue la dominación mental, tendremos la posibilidad de preservar nuestras libertades”. Sobre esto mismo llevamos tiempo garrapateando en este sitio, sobre la libertad y los peligros que corre, devenida  entidad en peligro de extinción. No voy, pues, a entrar en más pormenores del libro aquí glosado (inteligencia artificial, algoritmos, desinformación, uso de los medios de entrenamiento, como juegos o series, o incluso neurotecnología..).  Todo ello en manos de los liberticidas de hoy, pues los de otros tiempos no tuvieron a su alcance semejante arsenal.  Es lo que da miedo.  Aconsejo, como dice el coronel, que estemos alertas y, sobre todo, que no olvidemos aquello de que el diablo no usa siempre los mismos ropajes, porque lo reconoceríamos.

16 noviembre 2020

REALIDAD DE DISEÑO.

 

  Realidad de diseño.  Puede ser el concepto, o tal vez simple sintagma, para referir, y conceptualizar, nuestro presente.  Ya no es la realidad ese universo emplazado al otro lado de nuestros ojos, prototipo de un cosmos independiente de nuestra percepción y al que accedemos empíricamente, o reconocemos de manera deductiva y cartesiana, pero que está ahí, con nosotros o sin nosotros.  Pero no.  En estos tiempos, y al margen del solipsismo, que pudiera ser otra perspectiva, se impone la objetividad de lo creado ad hoc, en cada momento, y que asumimos como realidad, aunque se contradiga con nuestras percepciones (directas o intelectuales); en resumen, que la Verdad, aquí y ahora, no es Aleteia, o desvelamiento de lo oculto, sino artefacto construido y divulgado en el espacio virtual que colma nuestra idea del mundo.  En eso estamos.

11 noviembre 2020

DERECHOS-

 

Nos resultan familiares  locuciones como “derechos inherentes e inalienables”, Estado de Derecho y otras que forman parte de nuestro imaginario democrático.  Todo comienza con el  final del denominado Antiguo Régimen, a partir de  las revoluciones  americana y  francesa.  Suponía ello la ruptura con el absolutismo, a través de principios como la división de poderes, la soberanía nacional, y con ella el sufragio y el parlamentarismo.  En relación con la nueva situación, se redactaron declaraciones de derechos: la de Virginia, habla de derechos inherentes a los seres humanos; la del hombre y el ciudadano (revolución francesa) se refiere a derechos imprescriptibles; la de los derechos humanos sentencia, en su último artículo que “nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración”. En resumen:  los derechos lo son por su carácter inalienable y dejan de serlo si se relativizan ¿Qué está, pues, ocurriendo para que, en los últimos tiempos, aceptemos la conculcación de nuestros derechos e incluso pidamos nosotros mismos que nos los conculquen? El sintagma es “Bien Común”, la vieja excusa de los liberticidas, como cajón de sastre donde todo termina por caber.  Ya sé que la emergencia sanitaria parece una excepción benigna, pero nunca nada lo es del todo; cuando lo permitimos una vez, acabamos por permitirlo otras muchas, pues razones siempre existen.  Y es así como se cruza, casi sin advertirlo, el umbral del totalitarismo.

06 noviembre 2020

OBEDIENCIA.

 

Los funcionarios probos y eficientes han tenido, y tienen, un papel perentorio en el impulso y ejercicio de los modernos Estados.  El buen burócrata trata de organizar aquello que le viene dado con eficacia y prontitud.  Y cuanto más absurdas, o abstrusas, sean las órdenes, llegadas por vía jerárquica, más celo pondrá ese servidor público en insuflarlas con presteza; el mejor ejemplo, los Estados comunistas habidos y por haber, en los que nunca el funcionario debe plantearse otra cosa que mostrar su obediencia sin preguntarse sobre la posible irracionalidad de la consigna. Y más: en “Eichmann en Jerusalén”, Hanna Arendt refiere al procesado como uno de esos funcionarios, obediente y prolijo en su manera de organizar las cosas, para que todo se hiciera bien, aunque lo que se hacía era matar el mayor número de judíos en el menor tiempo posible.  Y, en estos tiempos, lo último es convertirnos a todos en funcionarios de nosotros mismos, en sumisos súbditos dispuestos a admitir lo que sea en aras de lo que, en cada momento, se considere “Bien Común”.  Miremos, si no, a nuestro alrededor, y escuchemos. Lo dicho: da miedo.