IZQUIERDA KANTIANA

La fantasía de la Izquierda ha sido siempre un sueño kantiano, marcado por el imperativo categórico. Detrás de la mutación de las estructuras y del Todo, al otro lado de la Utopía (ese sueño que derivó en pesadilla para muchos de los que lo sufrieron), había una pretensión de moral universal y laica. El “Deber” fue siempre el argumento de aquellos disciplinados militantes comunistas que trabajaban a mayor gloria del estalinismo y ha quedado hoy como resabio de quienes se consideran a si mismos progres de izquierda. Pero una ética que parte del idealismo trascendental para ser administrada por ideologías que provienen del materialismo dialéctico, olvida siempre los análisis de la realidad (¿recuerdan?) para instalarse en un subjetivismo moral más próximo al buenismo del misionero que a cualquier otra cosa. El resultado es un empeñarse en aplicar conceptos morales, verbigracia, a las cuestiones económicas, un no entender como funcionan los mecanismos del mercado y del desarrollo, un proponer medidas destinadas al fracaso. No se puede tocar la campana y asistir a la procesión. No es posible patrocinar la moral subjetivista de un imperativo categórico reducido a la nada y, al mismo tiempo, querer transformar el mundo. He ahí una gran enfermedad del pensamiento.

SABIDURÍA

Cuando un sabio apunta al cielo, los imbéciles miran al dedo. Vieja expresión. Hoy no se hallan sabios, sino expertos. Y estos, por esas cosas del metalenguaje, se ocupan sobre todo de su propio dedo. Más efluyentes que influyentes, peritos en su ámbito, comprimen su campo de visión para ganar profundidad, pero dilapidan la apreciación del conjunto. La sabiduría requiere del conocimiento, pero éste, por sí solo, no abona aquella. El sabio lo es por su actitud más que por su aptitud. Pero corren malos tiempos para alcanzar ese don. Tiempos de abdicación y de lugares comunes, de pigricia intelectual, marcados por la falta de un auténtico escepticismo. Erramos, impasibles, por este firmamento de falacias que habitamos y va mermándose nuestro sentido crítico. Ya no podemos codiciar la gracia de ser sabios. Debemos satisfacernos con estar al corriente de que la sabiduría existe.

DETENCIONES

Policías condenados por detención ilegal. ¿Es políticamente correcto escandalizarse? Parece que no. En el aparato compacto de la progresía mediática, reina el mutismo. No les resulta descomunal que, en una democracia, se detenga a militantes de un partido político de modo indebido y, al parecer, terciando consigna política desde instancias superiores. Tal vez si hubiera sido al revés (los de la oposición, en el gobierno y viceversa), esto daría lugar a un tremendo aquelarre, con manifestantes callejeros espeluznados por el odio a la libertad de la derecha. Pero no. Indagarán la manera de que esto pase desapercibido. Con los argumentos que sea. Con la hemiplejia moral que, muchas veces, nos define como humanos y que, cada vez más, se instala en eso que se llama la Izquierda. No será políticamente correcto, pero a mí me alborota y me parece motivo suficiente para que un gobierno dimita. Una vez más, se siente uno extraño en estos tiempos de autocomplacencia y silencio.