Durante el siglo IV, el
cristianismo se extendió por el solar del Imperio. Entre el abandono de las catacumbas, gracias al Edicto de Nantes, y su ratificación como
religión oficial del Estado, con el hispano Teodosio como emperador, medió un
tiempo de concilios, herejías e imposición de la nueva doctrina a costa del
paganismo, todo ello en un contexto de repliegue de la Razón frente a la fe y
el sentimiento, con la fuerza y el amedrantamiento
(piénsese, verbigracia, en los monjes de Cirilo) como procedimiento habitual.
Conocemos, por repetición, las persecuciones de Roma a los cristianos, bastante
exageradas por la larga, en el tiempo, propaganda posterior, pero se habla poco
de la erradicación del paganismo y sus métodos. En la “Edad de la penumbra”,
Catherine Nixey describe como los cristianos arrasaron el mundo pagano e
impusieron la nueva fe, el nuevo lenguaje y el sentimiento sin pararse en
barras. Aconsejo su lectura. Puede ilustrarnos mucho sobre el presente.