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24 septiembre 2022

CONSERVACIONISMO

 

Rachel Carsón, bióloga marina estadounidense, publicó, en 1962, “Primavera silenciosa”, libro que contribuyó a elevar la preocupación medioambiental en la Norteamérica de principios de los sesenta.  Fue el origen de muchos de los aspectos del conservacionismo que llega a nuestros días, devenido en religión ecológica, en verdad revelada. Conceptos como sostenible o biodiversidad se enmarcan en la misma y son el resultado de un proceso cuyo disparo de salida fue la obra de Carson.  A todo ello se fue uniendo un creciente complejo de culpa en torno a la responsabilidad humana en el deterioro de la naturaleza, muy ligado todo ello a lo noción medieval de pecado. La ciencia geográfica nos ha enseñado que el medio ambiente es resultado de la interacción entre la sociedad humana y la naturaleza.  Pero nada de eso importa ya.  En la nueva religión de la ecolatría (por utilizar el término que acuñó, en su día, Fernando Savater) solo importa el neopanteísmo ambientalista (una suerte de franciscanismo laico).  Los datos, lo científicamente probado, son puro engorro si no convienen al discurso.  En algunos casos, se llega a sostener que el ser humano debe extinguirse, que debe desaparecer por el bien de lo natural (¿existe algo sin la conciencia que representamos?), tal vez con la excepción de los ideólogos del conservacionismo, los únicos con derecho a intervenir en la naturaleza, que es lo menos conservacionista que existe.

17 septiembre 2022

DERECHO.

 

El Derecho puede constituirse como simple código emanado de la moral o de la autoridad, o puede entenderse desde una perspectiva liberal,  en la línea heredada de Roma.  Esto último forma parte de la esencia del denominado “Estado de Derecho”, y fue el resultado de la superación de los estados clericales relacionados con el Absolutismo.  Sin embargo, parece que, en el presente, el concepto del Derecho como código emanado de la moral parece formar parte del ideario de la Izquierda y de la progresía en general. Renace un cierto iusnaturalismo; los derechos de tercera generación, verbigracia,  se alejan del individuo concreto como sujeto de derecho y son expresión de una moral devenida autoridad más que de garantías individuales  Sólo la Ley, emanada de la representación ciudadana, y ligada a una justicia independiente, garantiza la vida democrática. Ello parece estar en retroceso: bajo el paraguas del bien común, tan impreciso, se ampara  la desigualdad ante la ley, que parecía algo del pasado.

10 septiembre 2022

DETALLES.

 

Aseveraba Don Antonio  Escohotado que lo real tiene detalles, y esa lo diferencia de la fantasía o de los ensueños. Explica ello lo dañino de las ingenierías sociales, que lo son no sólo de manera intrínseca, sino también en el “modus operandi”; imaginamos un futuro dichoso en forma de utopía, sino quimera pura, y olvidamos que la realidad tiene pormenores determinantes en la conformación de la realidad.  Pero no son del agrado de utopistas, predicadores y demás enemigos de la libertad, porque los detalles, en forma de datos, no constituyen apoyo, sino todo lo contrario,  para sus delirios o imposiciones y suponen, a la postre, un factor de fracaso de  esos proyectos opresores, enunciados las más de las veces como sueños de futuro que acaban por devenir, siempre, en pesadillas.  No obstante los detalles, cualquiera de esos espejismos tiene su vigencia y, en el ínterin, antes de su fracaso, crean mucho dolor y cercenan libertades.  Véase, en todo caso, la historia de cualquier colectivismo analizando su planteamiento, nudo y desenlace.

03 septiembre 2022

LIBRE ALBEDRÍO.

 

La existencia o no del libre albedrío cebó las diatribas metafísicas en los siglos medievales, en el contexto del cristianismo. Como cuestión filosófica, venía de lejos: el atomismo de Demócrito, teoría materialista, presuponía determinismo, pues la caída de todos los átomos era, en principio, vertical y previsible; más tarde, Epicuro, que aceptaba el atomismo, introdujo una breve y azarosa desviación, a la que se denomina “parénclesis” (y que más tarde, Lucrecio reconvirtió en “clinamen”).  Se acabó relacionando ello, en otro contexto como el medieval,   con el asunto de la predestinación.  ¿Somos libres para pecar, para condenarnos o salvarnos, o está todo previsto de antemano por Dios? La reforma protestante del siglo XVI se alimentó de la cuestión e introdujo la creencia en la predestinación de las almas, como argumento de calado frente al “obrar” de los católicos (no olvidemos que el origen del cisma, o el detonante al menos, estuvo en la venta de indulgencias).  En los tiempos actuales, no se debate sobre existencia del libre albedrío.  Más bien hay una parte de la sociedad que defiende la libertad de cada cual, y el derecho a equivocarse, frente a otra parte que, en aras de lo que se denomina bien común, niega que sus conciudadanos tengan derecho a ese libre arbitrio.  En resumen, están por un lado los defensores de la libertad y, por otro, sus detractores, es decir, aquellos que piensan que el Poder, cuando es afín a sus creencias, conoce donde está el Bien y debe imponerlo en favor del progreso del conjunto social.  Libertad frente a colectivismo, con indudable avance, en estos tiempos, del segundo.