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24 enero 2010

LA SUPERSTICIÓN DE NUEVO

El concepto de superstición nos hace pensar en la obscuridad opuesta a la luz de los ilustrados, en nigromancias y agüeros, en lo irracional tomando la forma de ritos y prejuicios. Nos parece algo del pasado, una muestra de las tinieblas del intelecto, de tiempos precientíficos y ominosos. Sin embargo, la superstición reaparece. Casi sin que lo advirtamos se presenta ante nosotros con ropajes nuevos y racionales, como un conjunto de mantras pseudocientíficos archirrepetidos en los mass media. Sin certidumbre alguna, se mudan en verdad aserciones más o menos provenientes del universo de las ciencias que, sacadas de contexto y aireadas a través de los medios de comunicación, engendran filias o fobias, adhesiones o rechazos hacia determinados hábitos, elementos o sustancias. Interiorizamos entonces como verdades irrefutables lo que sólo son afirmaciones repetidas muchas veces (Goebbels dixit). Y así asumimos de nuevo la añeja superstición y, con ella, nos imbuimos de su compadre innato, el miedo. He ahí la cuestión.