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05 mayo 2012

SOBRE LA VERDAD

Señalan que la verdad no tiene fronteras.  Pero las tiene.  No sé si existe la verdad absoluta e incuestionable, salvo en el universo de las matemáticas o en algunos axiomas de las distintas ciencias.  El resto son verdades de andar por casa, exiguas corroboraciones o evidencias concretas cuya interpretación depende mucho de la subjetividad del observador.  Basta con repasar distintos periódicos, o escuchar y ver variados medios audiovisules, o tal vez navegar por Internet y poner la oreja en la calle y en los bares, en las tertulias del trabajo o del ocio.  El mismo hecho es estimado de manera muy distinta según los valores, emociones o ideografía del opinador.  Y eso sí que es una verdad irrebatible.  Digo ideografía, porque nuestras ideas se conforman, seguramente, en relación con los sentimientos.  No actúa, unas veces, el neocortex mientras descansa el viejo cerebro reptiloide ( ah¡, la vieja teoría de los estratos…), ni descansa éste mientras aquel impone sus razones.  Implicamos todo y nuestro cerebro va en lote.  O sea, que ni los recuerdos son de fiar, sobre todo cuando transcurre el tiempo.  Por eso es difícil tratar sobre la verdad o sobre las distintas verdades.  Entre los fenómenos y nosotros mismos está la percepción, condicionada por nuestras pasiones