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09 junio 2010

BILDERBERG

No creo en la “Gran Maquinación” concebida a la manera de ciertos conspiranoicos. Sin embargo, me consta que las pequeñas confabulaciones, aunque no posean esa dimensión celeste y unívoca, existen desde siempre y se encadenan una y otra vez en el firmamento del Poder. No especulemos, pues, que se congregan los poderosos del orbe para idear oscuras maniobras de futuro sobre la base de un “gobierno del mundo” omnipotente y casi omnisciente. No. Sí podemos pensar que gran parte de los asistentes fijos provienen del mundo financiero y del mundo de la comunicación, los dos magnos imperios de nuestras sociedades avanzadas. Y el control de la información es lo mismo que el control de las ideas. Los grandes medios perfilan el sentido común de cada momento; es sabido que una mentira repetida acaba por tornarse verdad irrefutable. Tal vez sea ese el gran experimento de física social que persiguen los conspiradores: la repetición de mantras pseudocientíficos y/o ideológicos que, a la manera de las voces en la mente esquizofrénica, acaben violentando nuestro entendimiento, si es que ya no está lo suficientemente violentado. No citaré ejemplos. Que cada cual los busque por su cuenta.