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23 septiembre 2021
14 septiembre 2021
CORPORATIVISMO HOY
El corporativismo social, como noción o como sentimiento, está más vivo de lo que se cree. No es sólo, como lo fue en el pasado, una alternativa de ciertos sistemas políticos frente a la “lucha de clases “ marxista. Es algo más profundo. Niega al individuo, pues se trata de considerar la preminencia de aquellos que pertenecen a ciertos grupos que cumplan los cánones que los corporativistas consideren adecuados; se trata de formar parte del “colectivo” correcto, el que sea en cada caso, al margen de lo que cada cual pueda aportar. Me explico con un ejemplo: una parte importante de la sociedad considera que tienen mayor mérito, y por ende más derecho a la preponderancia social, aquellos que acumulan un cierto nivel de estudios, o un rigor intelectual que alguien, no sabemos quién, evalúa, frente a quienes, verbigracia, se enriquecen en el campo de la empresa, del espectáculo o del deporte. Los que defienden esto, determinan a priori qué grupos de la sociedad deben ser objeto de admiración o de predominio social y económico, y se escandalizan ante el ascenso de otros. Es el viejo clasismo, el que había salido por la puerta de la Historia, pero que regresa entrando por la ventana. El corporativismo actual está en la izquierda y en la derecha. Habita, en realidad, allí donde prevalecen el miedo a la innovación y el rechazo de la libertad. Basta con observar un poco lo que nos rodea para hallar múltiples ejemplos.
05 septiembre 2021
CIENCIA MORIBUNDA?
En cuestiones de ciencia, la autoridad de miles no vale más
que el humilde razonamiento de un único individuo. (Galileo)
No parece que la sentencia del italiano sea aplicable en nuestros días. Se va imponiendo eso que se llama “consenso científico”, una suerte de conclusión a posteriori elaborada más por políticos que por científicos. Estos últimos se van especializando más cada día, al tiempo que pierden la noción de conjunto y aportan sus pequeñas porciones de conocimiento, que no pasan de lo imprescindible para el avance tecnológico. Pero la Ciencia, aquel saber nunca definitivo que se oponía a la superstición, y que defendían los más progresistas del siglo XIX frente a la oscuridad metafísica, va muriendo sin que apenas nadie lo advierta. Igual podemos seguir denominando así, Ciencia, a la continuación de la misma que hoy ocupa su lugar, pero no sé si el propio Galileo, o Einstein, tendrían cabida en esa neoescolástica cuyas conclusiones van agradando, cada vez más, a los poderosos, tal vez porque son ellos los que las extrapolan y las comunican urbi et orbe. La Ciencia muere y va siendo sustituida por otras prácticas que sólo se le asemejan. Descanse en paz, pero la vamos a echar de menos.
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