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29 julio 2021

LEGISLACIÓN Y SENTIDO COMÚN (siguiendo con el P. Mariana).

 

“El tiempo y la malicia de los hombres introdujo tal cúmulo de leyes, que ya en el día padecemos tanto con la multitud de ellas cuanto con los vicios. Para expurgar los libros y mamotretos de los leguleyos, no bastan ya todas las fuerzas de Hércules"  

JUAN DE MARIANA: De rege et regis institutione (Toledo, 1599)

Más del padre Mariana, quien fue cabeza preclara de su época, no tan sombría por estos pagos como pretende la propaganda de la leyenda negra. Se refiere, en ese caso, a la prodigalidad de normas legales, que acaba siendo fuente de confusión y, a la postre,  de injusticia. En el presente, y sobre todo en nuestro ámbito heredero, jurídicamente, del Derecho Romano, se tiende a legislar casi todo, en una obsesión por que nada, ni el más mínimo detalle, se vaya al limbo de lo alegal. Lejos de considerar cada situación al amparo genérico de leyes y normas abstractas, se considera que todo debe estar enumerado en cada código, decreto o resolución de manera minuciosa y concreta. Tal vez eso que se llamaba “espíritu de la ley”, que no era otra cosa que una inoculación de sentido común al piélago de artículos que fundamentan el Derecho,  ya no existe.  Por eso profundizamos en el error que Mariana refería. Y no parece que haya intención de moverse en sentido contrario.

13 julio 2021

MÁS SOBRE JUAN DE MARIANA.

 

En su Historia de España, Juan de Mariana principia escribiendo:  “No me atreví a pasar más adelante, y relatar las cosas más modernas, por no lastimar a algunos si se decía la verdad, ni faltar al deber si la disimulaba”.  Hubo tiempos en los que la distancia cronológica a los hechos estudiados fue un elemento de disputa en la argumentación sobre la cientificidad historiográfica. Parece de sentido común que para estudiar un período con cierta objetividad debe mediar cierta distancia; por eso llegó  a hablarse de 50 o de 100 años para poder hacer Historia con visos de ciencia humana. Así pareció verlo, bastante antes de que existiera nada parecido a la ciencia historiográfica, nuestro Juan de Mariana, cuyo racionalismo henchido de sentido común rompe con los tópicos de la leyenda negra.  No parece que esa sensatez se extienda entre los historiadores de hoy, al menos en el gremio escolástico ligado las universidades, pues no hay muestra de que se hagan distingos entre los más cercano o lejano en el tiempo a la hora de emprender estudios o investigaciones. Tal vez porque lo ideológico, cuando no lo sectario, aparenta tener más peso que el esclarecimiento de los hechos. Y uno recuerda entonces, con nostalgia, los escritos de Mariana.

04 julio 2021

JUAN DE MARIANA.

 

 No hay muchos estudios, en España, sobre la Escuela de Salamanca, o sobre Juan de Mariana, paradigma, frente a la leyenda negra, de que no fue nuestro país un yermo de pensamiento allá por los inicios de la Edad Moderna, sino que hubo intelectuales que se anticiparon a corrientes posteriores. Juan de Mariana (el “padre Mariana), uno de ellos,  fue heredero de la Escuela de Salamanca; defendió  la propiedad privada y los derechos individuales, e identificó algunos de los principios fundamentales de la Economía. Nacido en Talavera de la Reina a finales del año 1535, el Padre Mariana se convertiría, con el paso de los años, en uno de los pensadores más originales y sólidos de nuestra historia. Su denuncia de la adulteración monetaria, de los monopolios, de los impuestos no consentidos y de la guerra injusta muestran como se adelantó al ideario liberal. Defendió, asimismo, el  equilibrio presupuestario ligado a una moneda sana, e incorporó la noción de aunar la eficacia económica con los principios morales.  De rebus Hispaniae, que vio la luz en 1592, es la primera obra que Mariana publicó por voluntad propia. Escribió  también la primera Historia de España.  También se planteó, en profundidad, la cuestión de la legitimidad del Poder.  En relación con esto último, en 1610, el verdugo de París cumplió la  misión de quemar públicamente en la hoguera un libro titulado Del Rey y la institución real, en el que se defendía la licitud del tiranicidio. Su autor, Juan de Mariana.  No tuvo problemas en España. Pero, en 1610, Enrique IV de Francia fue asesinado y las autoridades intentaron que el regicida, de nombre Ravaignac, confesara que había sido inducido a llevar cabo su acción por la lectura del libro de Mariana. Todo ello muestra la relevancia de nuestro Juan de Mariana.  Volveremos a él en sucesivas entradas.