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17 julio 2015

LA LIBERTAD DE NUEVO.

La Libertad, y me refiero a la libertad individual y cívica, siempre está en peligro.  Por mucho que en nuestras sociedades occidentales  la percibamos como un paisaje de fondo, olvidando su carácter reciente y frágil, los liberticidas acechan siempre y van tomando distintos pelajes según cada circunstancia.  ¿ Quiénes son y dónde se esconden?  Para responder a la pregunta, conviene tener claro que no hay libertad sin pluralismo.  Busquemos, pues, a los enemigos del mismo, amantes de la uniformidad y el sectarismo, y nos iremos acercando.  Están cada vez más por todas partes y sus variados discursos de índole religiosa, política o medioambiental, por citar algunos ejemplos, tienen siempre en común esa idiosincrasia de saber dónde está el Bien . André Glucksmann afirmó en una ocasión que  fue muy positivo, para las sociedades europeas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el estar todos de acuerdo acerca de dónde estaba el Mal, y que el problema se genera cuando una parte cree saber dónde está el Bien.  Y ello va ocurriendo cada vez más.    Por eso la libertad, esa libertad individual y cívica  a la que aquí nos referimos,  está amenazada.

22 marzo 2015

DE MUTATIS MUTANDO.



Me pregunto si es posible cambiar el orbe, en el sentido que a ello se le suele dar,  entendido como un acto de voluntad.  Es cierto que el mundo cambia, no permanece inmutable, pero lo hace a pesar de nosotros y con nosotros, no como un efecto proyectado de antemano. Y los intentos para hacerlo así, para alcanzar la nueva sociedad y el nuevo hombre, han sido hasta ahora sueños que acabaron convertidos en espeluznantes pesadillas.  La sociedad y sus estructuras evolucionan, o involucionan, al margen de nuestros deseos,  como consecuencia de movimientos de fondo asociados a cambios técnicos; los supuestos visionarios, adelantados o adalides que, subidos a la cresta de la ola de esas mutaciones, emergen como responsables de las mismas no son otra cosa que expresión e instrumento de ellas. Desconfío, pues, de los predicadores civiles y laicos que, como los otros, prometen felicidad y buenas nuevas, pero que no son más que sectarios mensajeros del sufrimiento.  Es por ello que prefiero la evolución a la revolución y, en todo caso, soy más partidario de morir de sed que ahogado por las tempestades provocadas para revertir aquella.