El vocablo librepensamiento define una actitud filosófica consistente en rechazar el dogmatismo, bien sea de tipo religioso o de cualquier otra clase, y en confiar a la razón la distinción entre lo verdadero y lo falso. Wikipedia dixit. Frente a los librepensadores, entes de la Ilustración, fueron germinando, poco a poco, los autómatas del pensamiento. Se trata de no pensadores: no parten de un análisis y unas premisas para llegar a una conclusión sino que, por el contrario, parten ya de la solución (adquirida por visceralidad, ósmosis o cualquier otro medio poco racional) y, a partir de la misma, establecen las premisas. En el día de hoy es lo que más abunda, en medio de un piélago de dogmatismos y credos sectarios. Esfumada toda pretensión relacionada con aquello que se dio en llamar sentido critico, hormiguea por este mundo de celulares y videojuegos una propensión a las pseudoideas o, lo que es lo mismo, a ideas desatinadas que no toleran un análisis racional. Desde diversos mundos (política, investigación académica, ecología o pedagogía) los autómatas van invadiéndolo todo sin que nos demos cuenta porque, en cierto modo, lo somos ya todos un poco.
