¿CLIMATISTAS?

 El escandalo de los climatistas no parece que haya espluznado a casi nadie por estos andurriales. Periódicos como el New York Times, el Washington Post, eel Wall Street Journal , el Guardian,  el Daily Mail,  el Telegraph y otros, se han hecho eco de este seísmo que mueve los cimientos  del denominado "climatismo" o, dicho de otro modo, de la teoría política, o dogma, del cambio climático, que es la "Santísima Trinidad", por lo insondable, de la nueva Era.  La religión ecológica también tiene sus puntos negros.  Tras sus concilios ecuménicos se oculta la estratagema del poder y de la manipulación.  Así se extendió el cristianismo durante el siglo IV, empezando por la libertad de culto promulgada por Constantino y acabando por convertirse en religión oficial, todo ello en un proceso de elaboración de la Verdad y de persucución y anatema para los heresiarcas y herejes en general.  Sí.  El escándalo, poco comentado por estos pagos, ha tenido sus días de gloria en otros mundos lejanos del nuestro.  Por Internet lo hemos sabido y no por gran parte de la prensa al uso que, impresa o digital, parece estar bajo la bota de los nuevos inquisidores.

APRENDER DEL PASADO

La Historia está llena de ejemplos que revelan cómo somos los humanos. Por mucho que nos esforcemos ejercitando el anacronismo en la estimación de hechos pasados y nos juzguemos mejores que los hombres y mujeres de otros tiempos más o menos distantes, la realidad evidencia nuestro error. No somos superiores desde el punto de vista ético y moral a ninguno de nuestros antepasados. Simplemente, vivimos otras circunstancias. Cada época tiene su propio sentido común dominante, como ya dijo Gramsci, y el mismo nos unge de una pátina superficial que conforma el universo de lo políticamente correcto, por expresarlo en términos actuales, de cada momento. Si usted duda de que se trate de una pátina superficial, piense, verbigracia, en la Guerra de Yugoslavia, muy reciente, e infórmese bien de su registro de atrocidades. El tiempo pasa, pero no somos mejores. Es una simple propuesta de reflexión para este mes de agosto

AUTÓMATAS.

El vocablo librepensamiento define una actitud filosófica consistente en rechazar el dogmatismo, bien sea de tipo religioso o de cualquier otra clase, y en confiar a la razón la distinción entre lo verdadero y lo falso. Wikipedia dixit. Frente a los librepensadores, entes de la Ilustración, fueron germinando, poco a poco, los autómatas del pensamiento. Se trata de no pensadores: no parten de un análisis y unas premisas para llegar a una conclusión sino que, por el contrario, parten ya de la solución (adquirida por visceralidad, ósmosis o cualquier otro medio poco racional) y, a partir de la misma, establecen las premisas. En el día de hoy es lo que más abunda, en medio de un piélago de dogmatismos y credos sectarios. Esfumada toda pretensión relacionada con aquello que se dio en llamar sentido critico, hormiguea por este mundo de celulares y videojuegos una propensión a las pseudoideas o, lo que es lo mismo, a ideas desatinadas que no toleran un análisis racional. Desde diversos mundos (política, investigación académica, ecología o pedagogía) los autómatas van invadiéndolo todo sin que nos demos cuenta porque, en cierto modo, lo somos ya todos un poco.

MIEDO

El miedo. Se corresponde con el instinto de conservación y tal vez tiene su origen en los primeros tiempos de la especie, tiempos de alerta frente a los depredadores. A veces, se torna pavor. Incumbe más a las viejas capas del cerebro que a las nuevas (neocortex). Una porción razonable de miedo es indispensable para la supervivencia. Pero, bien dosificado, es un excelente dispositivo para el control de los individuos y de las sociedades. Porque, ¿qué acaecería si no tuviéramos un poco de temor? Antes, en nuestras sociedades cristianas y occidentales, había miedo al tormento eterno, aprensión por el destino del alma una vez traspasada la linde de la muerte. Las religiones y el poder supieron activar y gobernar ese miedo. Pero, hoy, tememos sobre todo a la enfermedad o a no vivir lo suficiente, porque no creemos en la otra vida. El Poder esgrime, entonces, la salud y el medio ambiente como adminículos de Revelación que nos conserven alejados del Árbol de la Vida y del Árbol del Conocimiento. El miedo. Siempre el miedo.

SIMETRÍAS

Sólo en el mundo de las esferas existe la simetría. Nuestra razón erige ese firmamento de perfección y matemáticas, de armonía y números, de ecos platónicos y pitagóricos. En él, las categorías supuran lógica cartesiana. Pero, en la realidad sublunar que, penosamente, moramos, las cosas son de otra manera. Tal vez porque, anclados en la Caverna, sólo percibimos sombras, o tal vez porque ese cosmos ortocéntrico se halla únicamente en nuestra mente. Es por ello que, dada la imperfección de este orbe perceptible ahíto de injusticia, caos y desorden, soñamos con frecuencia en alcanzar el otro orbe, bien deslizándonos hacia él ( vía religiosa o mística), o bien tratando de materializarlo (vía revolucionaria). En pos de la segunda opción, construimos bellas utopías. Pero, ¡atención!, sólo son sueños que, si se cumplen , habrán de tornarse, y ya ha sucedido, pesadillas.

SOBRE LA CRISIS

Larga es ya la historia de eso que hemos dado en llamar Estado Providencia. Se trata de ese tipo de Estado que ansía cubrir nuestras necesidades y auxiliarnos en el camino hacia el bienestar. No brotó tanto de la vía revolucionaria o bolchevique, en sus distintos avatares, como de la vía menchevique plasmada más tarde en el New Deal de Roosevel y en las fórmulas keynesianas que configuraron el neocapitalismo ulterior a la Segunda Guerra Mundial. Y en eso estamos. Tras dos o tres décadas de crítica liberal al intervencionismo socialdemócrata y sus secuelas deficitarias e inflacionistas, ha bastado una implosión bancaria y financiera para que la incubación de déficit ya no sea tan perversa, y para que se insufle dinero líquido y estatal en las tuberías sedientas de las finanzas planetarias. Suelen decir los franceses: à la guerre comme à la guerre. Y así se lo han tomado nuestros gestores. Aunque tal vez no exterioricen toda la verdad sobre el calado de la crisis e, incluso, sobre sus causas. Puede ser asimismo que, bajo todo este lío, vivan objetivos velados de idiosincrasia conspiratoria. Sólo la esclavitud es gratis.

SECTARISMOS

Sorprende la credulidad que, en determinados contextos, almacenamos los humanos. Escépticos y descreídos para las cosas nimias, damos, sin embargo, por ciertos pensamientos y argumentos de mayor dimensión y rodeados de absurdo. Por algo en las factorías de propaganda es principio esencial aquel de que la mentira, además de repetida para que se torne verdad, cuanto más burda, mejor. La historia de la Religión y de lo ideológico-político es una excelente muestra de todo ello. El sectarismo, basado en cualquier idea o creencia acatada de manera acrítica, se extiende como la pólvora si se da el caldo de cultivo adecuado. No pensemos sólo en los grandes fanatismos explícitos y evidentes. Hay otros, menos entrevistos, más subrepticios y recubiertos de ropajes racionales, que se van difundiendo gracias al viejo truco de la repetición masiva y global. No diré cuáles. Que cada cual los busque según su propio entendimiento.

ALMA Y CUERPO

En otros tiempos, los señores del mundo nos persuadían para que todos nuestros actos terrenos estuvieran enfocados a la salvación de nuestra Alma. Era un puritanismo espiritual que adoptaba distintas formas según la época y momento: el milenarismo fue una de ellas. Pero el tiempo ha pasado. De la religión ancestral y estricta vamos vadeando hacia una religión profana. Ya no se trata ahora de salvar el Alma sino de salvar el Cuerpo (con mayúscula). Surge así un neopuritanismo basado en la salud y en los hábitos saludables. Como si la Parca no existiese, los amos del mundo nos impelen, en estos tiempos nuevos, a un sueño de perpetuidad y de longevidad dorada. Ello nos obliga a rehusar todo aquello que damnifica a la salud que, en general, coincide con el conjunto de hábitos y acciones que antes eran tildados de vicio o de pecado. Y nos lo creemos, porque esos dueños del mundo son muy persuasivos y dominan, como nunca antes, el arte de la repetición; disponen, por otra parte, de medios de difusión masiva de las buenas nuevas. Pero no nos engañemos. Es la misma letanía de siempre.

DON DE LENGUAS

En la doctrina cristiana se define el don de lenguas como el don adquirido por obra del Espíritu Santo para hablar en todos los idiomas al mismo tiempo (del mismo modo en que lo hace Dios) y, de este modo, ser escuchado por cada receptor en su idioma nativo y en su propio idiolecto sin que el hablante sea consciente de ello y sin que el oyente sepa que el hablante desconoce su idioma). ¡Quién lo pillara! En estos tiempos de inmersión lingüística y de academias de Inglés nos ahorraríamos un montón de bríos y de peculios. Y si lográramos transmitir el don a nuestros vástagos economizaríamos también una gran cantidad de esfuerzos y de estancias en Londres. Pero ese don no existe. La realidad es que moramos una torre de Babel contra la que batalla la nueva lengua franca y anglosajona. Sí podríamos aspirar al don de la lengua, esto es, al don de la sintaxis que tal vez sea, como dijo alguien, una facultad del Alma, pero que, al menos, está a nuestro alcance si pulimos nuestro pensamiento, cuyo reflejo es la lengua que desplegamos. Es difícil, no obstante, en estos lapsos de pensamiento caótico y de ruina de la lógica, en los que retornan, bajo embozos racionales, la ignorancia y la superstición denigradas por los ilustrados.

OBAMA

Tiempos de simulacro y de orbe virtual, de oleaje mediático que nos hace alcanzar ese gran ceremonial de la coronación imperial. Ensueño en la izquierda de nuestra Europa. Una izquierda laica e impía que, inasequible al desaliento, pasa por alto el pormenor del “pastor” y del “padrenuestro” desde la terraza del Capitolio. Gozamos de un emperador negro, de un Septimio Severo, que fue el primer ciudadano de provincias en obtener la máxima magistratura de Roma. Nos abruman con todo ello y nos cercan en un piélago de sentimentalismo. USA es Roma y, nosotros, ciudadanos del Imperio, aunque sin sufragio. Pero nominamos con el corazón y el propósito; impelidos por los mantras que los mass media corean, juzgamos saber lo que anhelamos. Pero, amigos, tiempo al tiempo. De nada sirve la esperanza si la realidad efectiva, tan embarazosa a veces, no la ratifica. Ya veremos.

¿VIOLENCIA?

En uno de los telediarios de TVE se refirió el busto parlante al fin de la violencia (sic) en Gaza. Formula, por su parte, el DRAE las siguientes acepciones para el vocablo “violencia”:
1. Cualidad de violento.
2. Acción y efecto de violentar o violentarse.
3. Acción violenta o contra el natural modo de proceder.
4. Acción de violar a una mujer.
Parece que cualquiera de estas enunciaciones se queda exigua a la hora de relatar lo que está ocurriendo allá por la añeja Palestina. Más bien se diría que se trata de una guerra. Había yo escuchado y leído la valoración de violentos para los terroristas, pero no esperaba que la violencia fuera designación en absoluto para una acción castrense y exterminadora en toda regla. Desde luego que la guerra es violenta ( violentar, violenta bastante y, además, mata), pero el informativo antedicho me ha dejado anonadado.

LA CUESTA DE ENERO

En la representación topográfica del año, yo percibo una bajada desde Enero a Julio; una curva pronunciada entre Agosto y Septiembre, con una zona de ascenso hasta Diciembre. Es por ello que no soy capaz de imaginar esa cuesta de enero concebida como repecho empinado que sucede al dulce dejarse llevar del período navideño. No hay tal cuesta. Entramos en el nuevo año y nos vamos camino abajo (para bien o para mal) porque el mundo nunca se detiene: a veces se frena un poco y, a veces, se embala. Así pues, nadie se preocupe. Lo único perverso de este mes es que otro año se inicia y desconocemos que será de nosotros durante su periplo. Sólo tenemos la certeza de que, en el mejor de los casos, añadiremos un entero al guarismo ya alarmante de la edad. He ahí la cuesta: descendente y demasiado rápida.