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25 enero 2009

DON DE LENGUAS

En la doctrina cristiana se define el don de lenguas como el don adquirido por obra del Espíritu Santo para hablar en todos los idiomas al mismo tiempo (del mismo modo en que lo hace Dios) y, de este modo, ser escuchado por cada receptor en su idioma nativo y en su propio idiolecto sin que el hablante sea consciente de ello y sin que el oyente sepa que el hablante desconoce su idioma). ¡Quién lo pillara! En estos tiempos de inmersión lingüística y de academias de Inglés nos ahorraríamos un montón de bríos y de peculios. Y si lográramos transmitir el don a nuestros vástagos economizaríamos también una gran cantidad de esfuerzos y de estancias en Londres. Pero ese don no existe. La realidad es que moramos una torre de Babel contra la que batalla la nueva lengua franca y anglosajona. Sí podríamos aspirar al don de la lengua, esto es, al don de la sintaxis que tal vez sea, como dijo alguien, una facultad del Alma, pero que, al menos, está a nuestro alcance si pulimos nuestro pensamiento, cuyo reflejo es la lengua que desplegamos. Es difícil, no obstante, en estos lapsos de pensamiento caótico y de ruina de la lógica, en los que retornan, bajo embozos racionales, la ignorancia y la superstición denigradas por los ilustrados.

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