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31 enero 2009

ALMA Y CUERPO

En otros tiempos, los señores del mundo nos persuadían para que todos nuestros actos terrenos estuvieran enfocados a la salvación de nuestra Alma. Era un puritanismo espiritual que adoptaba distintas formas según la época y momento: el milenarismo fue una de ellas. Pero el tiempo ha pasado. De la religión ancestral y estricta vamos vadeando hacia una religión profana. Ya no se trata ahora de salvar el Alma sino de salvar el Cuerpo (con mayúscula). Surge así un neopuritanismo basado en la salud y en los hábitos saludables. Como si la Parca no existiese, los amos del mundo nos impelen, en estos tiempos nuevos, a un sueño de perpetuidad y de longevidad dorada. Ello nos obliga a rehusar todo aquello que damnifica a la salud que, en general, coincide con el conjunto de hábitos y acciones que antes eran tildados de vicio o de pecado. Y nos lo creemos, porque esos dueños del mundo son muy persuasivos y dominan, como nunca antes, el arte de la repetición; disponen, por otra parte, de medios de difusión masiva de las buenas nuevas. Pero no nos engañemos. Es la misma letanía de siempre.

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