El
relato, o el discurso, va adquiriendo categoría de prueba fehaciente. Sabemos, por la dinámica pericial, de lo
dudoso de cualquier testimonio, pero, cada vez más, se van admitiendo, en el
ámbito cotidiano, como evidencia de facto.
Hay historiadores que lo elevan (al testimonio individual) a descriptor
de una época, siempre que la subjetividad del relator convenga a sus intereses
ideológicos. La emoción de lo subjetivo
nos atrae y se convierte en un medio excelente para los ingenieros sociales de
toda índole. “Mejor equivocarse con
Sartre que acertar con Aron”, decían los del sesenta y ocho. En eso seguimos, o a eso tornamos
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28 julio 2020
23 julio 2020
DEMOCRACIA.
La Democracia, tal y como la conocemos, o al menos como la pensamos
quienes ya principiamos a encarar la edad provecta, parece estar en causa de
disipación mediante su paulatino apocamiento. Aquello del pluralismo, de la
libertad entendida a la antigua usanza, ya no vende y se aproximan, sin que
casi nos demos cuenta (como la rana vertida en agua fría para su cocción
progresiva) tiempos de uniformidad impuesta: empezamos a percibir que lo
políticamente correcto era solo la punta del iceberg de algo mucho más vasto
que nos va inoculando una ortodoxia mortífera, aunque indolora. Volverán los disidentes, hermosa denominación
casi olvidada, pero serán días tristes y ásperos para la condición de los
hombres libres
18 julio 2020
¿VERDAD?
No es factible verificar la existencia de
la Verdad, así en general, cómo epÍtome ontológico de una suerte de revelación
de las esencias. Pero sí concurren, en cada caso, verdades concretas y
sectoriales, y en eso no hay relativismo posible. Viene esto al caso porque se pregunta uno,
cada vez más, sí algo semejante a la veracidad importa ya a alguien. Parece que
estemos, sobre todo, interesados en irradiar nuestros discursos subjetivos, u
otros ajenos, qué replicamos, por pereza, o incapacidad para elaborar el
nuestro propio. En la era de la posverdad, todo deviene propaganda, mera
difusión, sin previa actividad reflexiva, de dogmas y axiomas de diseño, es
decir, de eso que otrora hubiésemos calificado como mendacidad. Es el signo de
los tiempos.
13 julio 2020
QUÉ SEA EL LECHERO.
Se presagia, entre la gozosa
muchachada ( tal vez ya todo es “kindergarten”) la fascinación por el abismo;
no es nada nuevo, sino simple reproducción de esa evasión de lo cotidiano
("si llaman de madrugada, será seguro el lechero") qué
constituye la enésima indagación del hombre nuevo, propia de cada ciclo,
pero que retorna con puntualidad para consternación de quiénes han leído algo
de la Historia. Es este el miedo, y la pesadilla, del humano adulto y pensante
frente a las quimeras productoras de sufrimiento que cautivan a la masa
estancada en una pubertad sin enmienda, ávida, al parecer, de que no sea el
lechero quien nos desvele en la amanecida.
09 julio 2020
MONISMO/PLURALISMO.
En la historia del pensamiento, encontramos, ya desde los presocráticos, la oposición entre monistas
y pluralistas. Esta distinción llega
hasta nuestros días. Los monistas niegan
cualquier explicación multifactorial de la realidad; afirman conocer la causa
de todo y nos la señalan. En realidad,
se puede decir que todo monismo es pura metafísica, por hipóstasis de ese
factor que se entroniza como origen de todas las cosas. La ciencia, por el contrario, es siempre
pluralista. También la Democracia. No debiéramos olvidarlo, como guía, o hilo de Ariadna, para sopesar el
presente
04 julio 2020
ESTADO DE DERECHO.
Se esgrime cada vez menos el sintagma “Estado de Derecho” como epítome
de nuestros sistemas jurídico-políticos, fundados en la libertad y el
pluralismo. A los populismos varios
(nada nuevo bajo el sol) no parece agradarles la expresión. Prefieren otras orientadas hacia la
democracia adjetivada, del tipo “democracia real” o “democracia
profunda”, remedos de aquellas otras del pasado, como “democracia
orgánica” o “democracias populares”.
La deriva se produce, a mi juicio, porque la mayor parte de la
Izquierda, incluida una considerable proporción de la socialdemocracia, ha
devenido populismo y no gusta de los contrapesos legales. Pero, ¡hay!, la Democracia no es otra cosa
que Ley, y no existe otra que la democracia liberal, nacida como el imperio de
lo legal frente al poder absoluto del soberano.
El resto es pura facundia totalitaria.
Si dejamos de tenerlo claro, emprenderemos un camino peligroso. Si es
que no lo hemos ya emprendido
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