Se presagia, entre la gozosa
muchachada ( tal vez ya todo es “kindergarten”) la fascinación por el abismo;
no es nada nuevo, sino simple reproducción de esa evasión de lo cotidiano
("si llaman de madrugada, será seguro el lechero") qué
constituye la enésima indagación del hombre nuevo, propia de cada ciclo,
pero que retorna con puntualidad para consternación de quiénes han leído algo
de la Historia. Es este el miedo, y la pesadilla, del humano adulto y pensante
frente a las quimeras productoras de sufrimiento que cautivan a la masa
estancada en una pubertad sin enmienda, ávida, al parecer, de que no sea el
lechero quien nos desvele en la amanecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario