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17 febrero 2009

MIEDO

El miedo. Se corresponde con el instinto de conservación y tal vez tiene su origen en los primeros tiempos de la especie, tiempos de alerta frente a los depredadores. A veces, se torna pavor. Incumbe más a las viejas capas del cerebro que a las nuevas (neocortex). Una porción razonable de miedo es indispensable para la supervivencia. Pero, bien dosificado, es un excelente dispositivo para el control de los individuos y de las sociedades. Porque, ¿qué acaecería si no tuviéramos un poco de temor? Antes, en nuestras sociedades cristianas y occidentales, había miedo al tormento eterno, aprensión por el destino del alma una vez traspasada la linde de la muerte. Las religiones y el poder supieron activar y gobernar ese miedo. Pero, hoy, tememos sobre todo a la enfermedad o a no vivir lo suficiente, porque no creemos en la otra vida. El Poder esgrime, entonces, la salud y el medio ambiente como adminículos de Revelación que nos conserven alejados del Árbol de la Vida y del Árbol del Conocimiento. El miedo. Siempre el miedo.

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