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23 septiembre 2021

LO RACIONAL.

 

Una historia del pensamiento racional, o de la racionalidad misma como teoría y praxis, sería, tal vez, corta o, al menos, circunscrita a períodos muy concretos.  Cierto es que se presume, como constante, una cierta convivencia de lo racional y lo irracional, al menos si nos ceñimos a la racionalidad de andar por casa, u orientada a campos concretos como el avance tecnológico o la justificación del dogma religioso a través de la Teología.  Pero si la entendemos como referente transversal o como aspiración social, el contexto cronológico se reduce.  Los griegos de la Antigüedad hicieron un primer intento de convertir lo racional en  objetivo genérico; el “Logos” que opusieron al “Mito” nos aporta un primer referente, que sobrevivió como rescoldo, o tal vez ceniza, a los siglos posteriores ,marcados por la Teología o la Metafísica.  Parece claro que, en el siglo XVIII, y en nuestro entorno europeo, arrancó una nueva etapa de lo racional; nosotros, y nuestras sociedades, somos el resultado.  Pero el proceso parece apagarse de nuevo; nuevos dogmas y supersticiones, ahora laicas en general, están al acecho y van reduciendo el pensamiento racional a destreza concreta para mantener el crecimiento tecnológico, pero constreñida a ese ámbito.  Esa pérdida va a marcar, y ojalá me equivoque, las décadas futuras, al mismo tiempo que, en consonancia, se irán perdiendo los matices de los pensamientos y de las cosas.

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