MATICES
Se van volatizando
los matices en el lenguaje, y tal vez en
el pensamiento en general. La marea de
imposición terminológica que nos anega, reflejo del neototalitarismo en
ciernes, se une a la pérdida de hondura reflexiva que identificaba a una élite
intelectual y emisora de valores y pareceres. Ya pasó durante la denominada “antigüedad
tardía”, con el retroceso del latín clásico como reflejo de un razonamiento
rico y riguroso. También es cierto que,
en los períodos convulsos, se pierden las posturas intermedias, pero esto va
más allá. La irrupción de la plebe o masa
a través de las redes sociales favorece ese proceso de simplificación del pensamiento,
que deviene sectarismo y burricie. En
ausencia de matices, cuando todo es blanco o negro, como les gusta a todos los
liberticidas, pensar o dilucidar sobre la realidad próxima o lejana se hace
imposible sin el temor a ser expulsado del ágora con pena de ostracismo. Y eso
en el mejor de los casos. En ello
estamos.
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