Parece
que los liberticidas se están quitando, en tiempos de mascarillas, las caretas. Ya no se esconden ni disimulan. Leo algo sobre una supuesta “Ley de Memoria
Democrática” y siento escalofríos.
Quiero juzgar que es sólo propaganda, o estrategia política, pero la imposición
de un discurso único siempre es lo que parece.
Llevábamos tiempo con estas cosas, en España y el mundo, pero de pronto,
no sé si por la pandemia, o por lo que sea, los amigos de la tiranía se
envalentonan y planean sus objetivos sin sonrojo ni vacilación. Saben lo que codician, que no es otra cosa que lo
que ambicionaron sus distintos avatares en todo tiempo y lugar: imponer su
Verdad y su Ortodoxia para abrir la veda
de los discrepantes. Se les ve con pujanza
y cuantiosos medios. Da miedo.
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