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05 septiembre 2020

NOMBRES.

 

Recapitulando sobre la entrada anterior, y en lo relativo al lenguaje, se verifica que el nombre que proporcionamos a las cosas, hechos y procesos nunca es baladí.  Existe una propensión a juzgar como “semánticos” asuntos o diatribas apreciados como accesorios.  Nunca he compartido ese enfoque:  asevero que lo semántico es esencial y no adventicio attrezzo.  ¿Es acaso trivial la denominación de Nación para un territorio, tal y como pregonaba un ex presidente español, tachando, verbigracia, de semántico ese aspecto del asunto catalán?  No.  Por eso mismo, terroristas, sectas, y totalitarios en general, empiezan por acometer la imposición de su lenguaje. Si caemos en la trampa de aceptarlo, por pereza, desidia o cobardía, principiaremos a perder cualquier batalla.  Y ya está pasando.

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