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03 abril 2021
COLECTIVISMOS.
Si aspiramos
a indagar las raíces del colectivismo, debemos acudir a la Religión. Quizá la
primera secta con manifestaciones colectivistas, al comienzo de la era
cristiana, como muy bien explica Escohotado en “Los enemigos del comercio”,
fue la los ebionitas, quienes amparaban doctrinas como la transmigración de las almas amén de
practicar la comunidad de bienes. También se puede citar al milenarismo,
que agrupaba, ya entre los primeros cristianos, a los convencidos del retorno inminente del Mesías, o Parusía. No les ocupaban, por ello, en demasía, los bienes terrenales, por lo que, en muchas
ocasiones, los ponían en común. Estaban,
asimismo, los gnósticos; entre algunos de ellos, se postulaba un igualitarismo absoluto. Podríamos seguir con
la enumeración, pero la dejamos aquí. Parece, por todo ello, que esa pulsión colectivista, con rechazo del
dinero y las transacciones (recomiendo la lectura de la trilogía de Escohotado),
está presente entre nosotros desde
tiempos lejanos y forma parte ya, tal vez, de esa porción del
cerebro humano denominada reptiloide. Se explican, así, muchas cosas de las que hoy suceden. Y no digo más.
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