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06 diciembre 2018

CONCILIOS.


Los concilios eclesiásticos fueron,  durante la denominada "Antigüedad Tardía", e incluso después,  un medio para asignar el Poder y purgar enemigos, por el sistema de trazar los límites de la ortodoxia para dejar fuera a réprobos y herejes; esos límites eran variables y se adaptaban al interés de los vencedores.  A caballo entre los siglos IV y V, Cirilo, patriarca de Alejandría, pudo así desembarazarse de su rival Nestorio, en el contexto de una supuesta discusión sobre la naturaleza de Cristo, aunque no fuera eso lo importante.  Cirilo, como otros sucesores, se rodeaba además de una masa de monjes semianalfabetos que, olvidando el retiro del orbe propio de su condición, ejercían la violencia, verbal o física, en caso necesario.  El caldo de cultivo para todo ello eran los concilios.  La misma metodología utilizaron los partidos comunistas y los regímenes por ellos establecidos: congresos del partido y claro trazado de la línea de la ortodoxia; incluso el borrado de las fotos no fue nada nuevo, pues se basó en la condena retrospectiva utilizada en los inicios de la Iglesia.  Nos sirve  asimismo el modelo para entender muchas cosas de los años treinta.  Y, sobre todo, para explicar nuestro presente, en el que lo denominado como políticamente correcto no es otra cosa que un asunto de ortodoxia, en el que lo de menos es el contenido, pues se trata de dejar fuera del círculo de los buenos a un amplio sector de nuestras sociedades.  Ello suele ser antesala del totalitarismo.

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