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08 febrero 2006

MAXIMALISMO VERSUS IRENISMO.

Hordas vociferantes bajo la impronta del fanatismo y de la ignorancia. Eso es, y no otra cosa, lo que hemos visto estos días. No voy a entrar en el porqué. Por qué son fanáticos y por qué son ignorantes. Por qué sus élites son cultas, refinadas e instaladas en una insultante riqueza. Por qué, aún así, reivindican una nueva ideología que utiliza el fanatismo religioso en clave política.
Maximalismo de un lado e irenismo del otro. Ya ocurrió otras veces, porque el miedo es libre y los intereses creados lo elevan a un rango superior. Y, en el fondo de la escena, el Poder, esa esencia que mueve piernas y corazones, que nubla las mentes y debilita los principios. Agítese la mezcla y se obtendrá una explicación.
En cierto modo, la Historia se repite. Dios ayuda a los malos, decían en el medievo, cuando son más que los buenos. O sea, que los ayuda en todo tiempo y lugar. O tal vez no.

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