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24 febrero 2021
PROPAGANDA.
La
propaganda se suele relacionar con la guerra pero, según Clausewitz, la guerra
no es otra cosa que la continuación de la política por otros medios. Así se
entendió en la URSS: la creación de la Komintern, o Tercera Internacional, se concibió
como delineación de una organización de agitación y propaganda que, bajo la
iniciativa de Münzenberg, marcó toda una era en ese terreno. Siempre pensamos
en Goebbels, como si Münzenberg no hubiera existido, pero tal vez eso forme
asimismo parte del éxito de su propaganda. Münzenberg hizo
del «agit-prop» un mecanismo perfecto para moldear
conciencias, captando para la causa a
toda una pléyade de gentes del mundo de la cultura, algunos relevantes,
y así convertir en aceptable, a los ojos de una parte de Occidente, lo opresión
del nuevo Estado soviético. Muchas de las perlas de esa propaganda, cosida casi
siempre a retazos de mentiras mil veces repetidas (Goebbels dixit) se
convirtieron en dato objetivo para la Izquierda de este lado; una parte
considerable de esas perlas, se siguen considerando verdad objetiva en el
entorno del izquierdismo y de la progresía. Pocos se molestan en intentar
comprobar su veracidad, y los que lo intentan corren el riesgo de ser enviados
al limbo del facherío conspiranoico. A
pesar de ello, constatar su falsedad, o
exageración, es tarea que no suele
resultar más costosa que ejecutar algunos clicks con el mouse. Pero no suele emprenderse
la sudodicha constatación. Hay como un
gusto por las verdades reveladas cuando se enmarcan en el lado considerado
correcto.
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