DINERO
Hay un
odio al dinero que perdura a través de los siglos; se le considera culpable de
todo lo malo de la condición humana, pero es ajeno al uso que le puedan dar
los malvados; en su ausencia, utilizan
otros instrumentos. Yo creo que se puede
definir el dinero utilizando el argumento de Churchill para caracterizar la
democracia; de esta manera, sería el dinero el peor de los sistemas de
intercambio y atesoramiento, exceptuando todos los demás. En efecto, el dinero, a pesar de que a veces
parezca lo contrario, nos iguala. Es
democrático y ajeno a los privilegios corporativos o estamentales. En el mundo católico hubo un rechazo al
dinero, a la usura e incluso al comercio.
Queda explicado de manera clara en “Los enemigos del comercio”,
de Antonio Escohotado. Los colectivistas heredaron, en tiempos contemporáneos, el odio eclesiástico al circulante monetario. En realidad, odian
al dinero los enemigos de la libertad. Y eso es todo.
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