La trivialidad del Mal se relaciona no sólo con los grandes
genocidios , sino también con los pequeños crímenes. En el cine contemporáneo, se exterioriza una
cierta fascinación ante el asesino en serie, ese psicópata inteligente y
maniaco, tantas veces reflejado en series y películas de Hollywood. Antonio
Muñoz Molina, en su novela “Plenilunio”, presenta a un criminal banal,
cotidiano y sin grandes rasgos sugestivos.
Lo encuentro más cerca de la realidad.
Ojo, pues, en estos tiempos de confucionismo redivivo (obediencia a los
mayores y a la autoridad), pues comenzamos a acatar los reglamentos no escritos de la tribu, del grupo, o de la ideología diseminada por la Web. Y es
que todos, creo, podemos convertirnos en asesinos; dicen que es cuestión de
empezar. Unido ello al confucionismo
digital, podría darse la síntesis entre la banalidad del genocida (Arendt) y la
de quienes matan a más pequeña escala.
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