El confinamiento no es
otra cosa que el gran objetivo de los totalitarios en todo tiempo y lugar. Se trata de encerrar a los individuos de
manera metafórica (en los límites de una ortodoxia impuesta por miedo o
adoctrinamiento) y, en ocasiones, de manera real a través del entramado
carcelario que, en estos sistemas, trasciende las paredes de la mera prisión y
se extiende a todo el espacio; no olvidemos el muro de Berlín. Aun así, conocidas por muchos sus
pretensiones, los liberticidas cuentan con adeptos. Desconozco por qué. En estos días han visto la ocasión y toman
partido por lo que más les conviene.
Atentos, pues
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