Todo existe en los clásicos. En estos días de medidas profilácticas, investigo
dónde se ubica el justo medio, esa virtud aristotélica, entre la seguridad
razonable y la monomanía, y apelo a Aquiles.
Todo arranca del repaso de informaciones y aserciones varias, alojadas
en la prensa y en las redes sociales, y alusivas a consejos sobre rutinas a
ejercer, con el designio de evadir el contagio, cuando se retorna a casa:
zapatos fuera, ropa lavada a temperatura, limpieza de cada objeto…Aquiles buscó
la invulnerabilidad, como Sigfrido, pero la maldita hoja pegada a su talón le dejó
un intersticio de indefensión; y por ahí murió el héroe de la guerra de
Troya. La flecha emponzoñada, el virus
en este caso, puede estar en cualquier resquicio, aun acatando las rutinas
referidas…Siempre se nos puede olvidar, en su ejecución mecánica, algún nimio pormenor. La seguridad absoluta no existe. Deberíamos estar al corriente. Y, en el fondo, lo estamos.
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