“Los seres humanos nunca piensan por su cuenta, les resulta
incómodo. En general, los miembros de nuestra especie se limitan a repetir lo
que oyen y se desconciertan ante cualquier punto de vista.“ Michael
Crichton, El Mundo perdido.
Novelista, médico y cineasta, fue Crichton un personaje
peculiar y poco dado a los ritos del pensamiento único y de lo políticamente
correcto. No voy aquí a extenderme en asuntos
relacionados con su vida e índole, sino que prefiero centrarme en el párrafo
que encabeza esta entrada. En el mismo,
parece su autor delimitar esa fracción, mayoritaria en cualquier población, a la
que se suele denominar masa, de
la cual se excluye él mismo si tenemos en cuenta la enunciación en tercera
persona. Esa ausencia de opinión propia
convierte a la mayoría silenciosa en objetivo no sólo de publicistas o
analistas del Big Data, sino también, y eso es lo que espeluzna, de los aspirantes a autócratas,
que lo hay y están siempre al acecho. La
imagen del populacho excluyendo al discrepante es siempre el
comienzo del Estado que oprime y cercena libertades. Hay quien ambiciona ese Estado. En estos días de confinamiento , esa opción
va apareciendo como algo posible, sobre todo en aquellos países que, como el
nuestro, tienen en el gobierno amantes de la tiranía.
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