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08 marzo 2006

LA FIESTA DEL CHIVO Y UN AVISO.

Aún no he visto la película, porque tengo reticencias hacia los filmes fundados en obras literarias. Esta la leí hace ya años, cuando se publicó. Y consideré que era lo mejor de Vargas. Y mira que había leído yo cosas sublimes del peruano. Pero “La fiesta del chivo” culmina la condición narrativa incomparable de este escritor de oficio y talento, “escribidor” puro y magno, por manejar el vocablo que él mismo encajó en el título de una de sus creaciones.
Qué bien recrea la brutalidad de la dictadura de Trujillo, y qué bien elige el punto de vista narrativo, esgrimiendo las reflexiones y remembranzas de la hija de un antiguo ministro del régimen para lograr ese círculo asfixiante por su sordidez y amoralidad. Esos son los ingredientes primordiales de cualquier totalitarismo pasado, presente o futuro, aunque jamás los perciban, en su momento, la generalidad de los que los soportan. Es más, la mezquindad moral de toda dictadura se describe más a posteriori que en vivo y en directo. Mientras perdura el montaje, muchos colaboran por miedo, beneficio, convicción o apatía. Por eso lo que hoy juzgamos tolerable puede dilucidarse, desde el futuro, como siniestro. Tiempo al tiempo. Y esto es un aviso.

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