HAGIOGRAFÍAS.
La hagiografía fue un género demandado en otros
tiempos. En el siglo IV, Atanasio de Alejandría, interesado por el
monacato, escribió la vida de San Antonio Abad.
Fue el origen de la vidas de santos tan demandadas en la Edad Media, sobre
todo en lo referido a los martirios. Santiago de la Vorágine, dominico del
siglo XIII, escribió la Leyenda Áurea, tarea a la que dedicó, según se
dice, la friolera de tres décadas. Los martirios descritos se incorporaron al
imaginario cristiano occidental e inspiraron la obra de pintores y escultores,
únicos alimentadores del repertorio iconográfico durante siglos. Con el tiempo,
nuestras sociedades se hicieron laicas, y aparecieron nuevos medios de creación
de arquetipos, como la fotografía, el cine, la televisión o, más recientemente,
las redes sociales. Lo que fueron vida
de santos son ahora descripción y ensalzamiento de otra vidas o peripecias, en
una nueva hagiografía que recoge las acciones de los santos laicos, como
deportistas, escritores, políticos, activistas……Seguimos consumiendo
melodrama. Hoy y siempre
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