ZWEIG
Stephan Zweig,
escritor de fama mundial durante el período de entreguerras, judío (por un
accidente del nacimiento, como él mismo afirmó) y activista de la paz, había nacido en el
Imperio Austrohúngaro. Se suicidó, junto a su segunda Esposa, en febrero de
1942, en Petrópolis (Brasil), donde estaban residiendo entonces; se habían
mudado allí el año anterior, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Al
desarrollo de la misma (era el momento del avance imparable del Reich) se
atribuye la decisión de quitarse la vida; parece ser que ambos estaban
convencidos de que el nazismo se extendería a todo el orbe. Nos obstante, en la nota o “declaración”
(pues con esa expresión la encabeza) de suicidio expresa que “comenzar todo
de nuevo cuando uno ha cumplido sesenta años requiere fuerzas especiales, y mi
propia fuerza se ha gastado al cabo de años de andanzas sin hogar. Prefiero,
pues, poner fin a mi vida en el momento apropiado, erguido, como un hombre cuyo
trabajo cultural siempre ha sido su felicidad más pura y su libertad personal,
su más preciada posesión en esta tierra”. Que cada cual juzgue si tiene más
peso la situación internacional o la propia depresión, o si ambas si alimentan
mutuamente. El caso es que decidió hacer
mutis, y ver su libertad, como la de los otros, amenazada, fue, al parecer,
clave para su final. No voy a sacar, en
este caso, conclusiones actuales. Pero
no estaría mal que, de vez en cuando, echásemos un vistazo al mundo para hacer
balance.
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