Así lo define Gustavo Bueno, padre del materialismo filosófico:
"Ideología idealista que afirma que la democracia constituye el fundamento de la auténtica sociedad política. Según el fundamentalismo democrático, hay una idea pura de democracia de la que las sociedades existentes son una realización más o menos perfecta. Cualquier régimen político no democrático será considerado ilegítimo, e incluso perderá su condición de verdadera sociedad política. Esta ideología sostiene que en una democracia existe la “voluntad general” y que el pueblo es quien tiene el poder, sin perjuicio de que pueda delegarlo a sus representantes. El fundamentalismo democrático, en cuanto idealismo político y jurídico, ignora que los estados simplemente existen y que, en rigor, no son susceptibles de ser legitimados, de la misma manera en que no se puede justificar normativamente la existencia del suelo a partir del derecho urbanístico. Es el Estado el que genera los mecanismos de legitimación, no a la inversa. Además, el concepto de “voluntad general” apunta a una realidad inexistente, ya que la suma de voluntades nunca constituye otra voluntad. Por otra parte, es imposible que en una democracia el pueblo mande, ya que se trata de un régimen político como cualquier otro, donde una parte de la sociedad ejerce el poder sobre el resto; lo distintivo de la democracia consiste en que el pueblo (entendido ahora como “cuerpo electoral”, y no de forma sustancialista) se limita a seleccionar por medio de unas elecciones a los gobernantes."
Coincido en casi todo. Se trata del menos malo de los sistemas, según la sentencia que se atribuye a Churchill porque, hasta ahora, nadie ha podido inventar algo mejor y todas las alternativas reales a nuestros sistemas democráticos se han caracterizado por el totalitarismo y por la ausencia de libertades. Elegimos, pues, a nuestros representantes y a nuestro gobierno, pero no como resultado de una voluntad general, que no existe, sino por la aritmética de los votos: el pueblo no quiere que gobierne éste o aquel, sino que cada uno de los ciudadanos desea que gobierne el candidato a quién él vota. Es la única realidad. Nada más. Y nada menos.
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