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07 enero 2008

DE LA EPIFANÍA A LA DEMAGOGIA.

La Navidad se ha ido y llega la cuesta de enero. El discurrir cíclico del año comienza de nuevo. Entramos en tiempo preelectoral: precampaña, campaña ( si es que pueden distinguirse) y, sobre todo, montañas de demagogia. Ya advirtió Aristóteles sobre este Mal. Igual que la Tiranía es degeneración de la Monarquía, según el estagirita, la Demagogia es la desvirtuación de la Democracia. Así es. A partir de ahora, y hasta una semana después de las calendas de marzo, cualquier cosa que alguien diga podrá ser utilizada en su contra. Habremos de escuchar barbaridades de cualquier signo para encogernos de hombros sin dar importancia a los diversos exabruptos, considerándolos como parte de un guión preestablecido e inevitable. ¿Qué nos jugamos?. Todo y nada. Los comicios decidirán el estilo y el contenido del gobierno de la Nación para los próximos cuatro años. Pero no parece que puedan ocurrir grandes cambios si observamos las cosas sub specie aeternitatis. En efecto, incluso lo que se nos ofrece como distinto puede formar parte de lo mismo. ¿O no? Lo dicho. Cambio de tercio. Entre la Epifanía y la ordalía electoral, media un espacio temporal marcado por la demagogia. Después, ya veremos.

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