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12 enero 2006

SOBRE HÉROES Y TUMBAS

No soy hombre de un solo libro y, tal vez por ello, nunca he sido dado a convertir una obra literaria en libro de cabecera. Pero si me obligaran a ello me inclinaría por "Sobre héroes y tumbas", de Ernesto Sabato. ¿Por qué?. No hay muchos mamotretos que yo haya releído más de dos veces.
Es un microcosmos único lo que el argentino entreteje en sus páginas. Y presenta una doble cara, un constante enfrentarse de los opuestos, porque Sabato es escritor de emociones y obsesiones más que diseccionador de realidades supuestamente objetivas. Hay escritores profesionales y prolíficos que escriben sobre casi todo, algunos con sublime y meritoria pluma, como Vargas Llosa. Sabato, por el contrario, es de los que sólo fabulan sobre sus propias obsesiones, que son en gran parte las del siglo XX y los de una porción de ese siglo que al autor le cogió joven. De este modo, nos encontramos con la oposición entre lo racional, encarnado por la ciencia y la ideología, y el lado oscuro del mundo y de la mente, que aparece aquí como fuente de pavor más que como inspirador de regocijo intelectual (En Borges, hasta lo mágico y misterioso se presenta bajo la apariencia de una placentera simetría). Se trata en suma de un desgarro entre dos orbes que obsesiona al escritor, convertido aquí en personaje y que, desprovisto de la seguridad del racionalista, tiene dudas de su fe en la razón, cuyo sueño, y eso lo supo ya Goya, engendra monstruos.
En "Sobre héroes y tumbas", como libro dentro de otro libro, aparece un delicioso "Informe sobre ciegos", pieza única y extraña. Pero, enfín, lean a Sabato, que no se arrepentirán.

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