Reconozco que Gustavo Bueno es el Filósofo. Ya en la senectud, recoge los frutos intelectuales de toda una vida de trabajo y de preparación. Es posible que, con frecuencia, sus "pensamientos" disgusten a muchos en estos tiempos de conformismo y tópicos. Pero es que Don Gustavo cumple con la función de su rango y condición, con la vieja necesidad de que alguien provoque a los bienpensantes. Así se ha producido, en nuestro mundo occidental, la evolución de las ideas.
Cuando leo sus obras, me recorre un ramalazo de admiración, unida a una estimable dosis de envidia. Justo cuando el pensamiento se empobrece y se resume en la repetición de los lugares comunes o en la plasmación de lo políticamente correcto, este filósofo pone los puntos sobre las íes a base de rigor y de análisis. Recomiendo su lectura como una buena manera de comenzar el 2006 y como una vacuna contra lo que el mismo llama "pensamiento alicia".
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