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19 enero 2006

ALMA Y SALUD

En otros tiempos, se trataba de salvar el Alma, esa esencia incorpórea y eterna que podría condenarse a perpetuidad por ausencia de virtud o por dolo pecador. La consecuencia fue la negación del cuerpo e, incluso, la persecución y demonización de todo lo que significase la satisfacción del mismo.
Predominó, después, entre los que se alejaban de la Iglesia, una perspectiva más o menos hedonista que se plasmó en el "aquí y ahora", en el derecho a buscar el paraiso en este valle de lágrimas. En otras palabras, nos fuimos haciendo ateos o agnósticos, pues en eso consistía el progresismo. Pero, poco a poco, el papel que antes desempeñaba el Alma inmaterial fue jugándolo el cuerpo. Y lo que ahora debemos salvar es nuestra anatomía y fisiología matérica. La salud se va, así, convirtiendo en una nueva religión y ya no se considera pecado lo que perjudica al Alma, que ni siquiera sabemos que exista, sino lo que perjudica al cuerpo. Mas, ¡hay amigos!, volveremos a recuperar, me juego los dedos de una mano, los viejos pecados capitales, porque verán ustedes como, al final, la gula o la lujuria, verbigracia, serán tan nocivas para el cuerpo como lo fueron para el Alma. Y la nueva inquisición dependerá entonces del Ministerio de Sanidad.

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