ANUMERISMO.
La estadística, así en general, forma parte de nuestro día a
día. Nos cañonean con datos que asumimos
sin más y que influyen sobre la percepción del orbe que labra nuestros prejuicios. En “El hombre anumérico”,
publicado en la ya lejana fecha de 1988 por John Allen Paulos, se desgrana una
cierta incapacidad para pensar las matemáticas, y los grandes números, en
nuestras sociedades. Han pasado más de treinta años y no se advierte que la
cuestión haya mejorado, sino que mas bien ha ido a peor. El anumerismo
parece extenderse y su presencia, siguiendo al propio Allen Paulos, dificulta
mucho el pensamiento racional y científico. En la grandes medios de
comunicación , y en las redes sociales, encontramos, cada vez más, datos que no
requieren siquiera cierta pericia matemática, sino que son inasumibles a simple
vista solo con el mero manejo de la aritmética
más elemental. No se trata de números
para expresar realidades sino de guarismos destinados a la propaganda y a la
constatación emocional de todos los apriorismos. Y lo peor
es que ello no parece preocuparle a una gran mayoría. Vienen tiempos de
creencia y de fe, de guerreros (llamados de otra manera) y de clérigos
(laicos). El anumerismo creciente
cabalga como una de las manifestaciones de ese devenir neorreligioso.
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