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21 noviembre 2021

ESCOHOTADO

 

Conozco, de improviso, la noticia de la muerte de Antonio Escohotado.  Me estremece de manera especial, pues creo que su óbito deja un poco más huérfanos, en estos tiempos de pensamiento único y neoescolástico, a los amantes de la libertad individual.  Antonio fue filósofo, así se le cataloga, pero sobre todo adalid del individuo frente a las fuerzas del leviatán totalitario.  Escribió, en su momento, y desde la cárcel, una historia de las drogas, con las que experimentó y cuyo uso libre defendió.  Pero, en las últimas dos décadas, se adentró por otros derroteros, desenmascarando a los “enemigos del comercio”, en una trilogía apabullante en la que se percibe su grandeza intelectual.  Fue un provocador, ese moscón o tábano, a la manera de Sócrates, que pone de relieve las contradicciones e insuficiencias del pensamiento ortodoxo.  Al igual que Gustavo Bueno, otra pérdida irreparable,  y también procedente del universo de la Izquierda, se mutó en ese elemento crítico que renueva y hace útil el pensamiento, aunque la nueva progresía, formada en gran parte por clérigos laicos, inductora de verdades reveladas o posverdades mendaces y propagandísticas,  ignorase a ambos por salirse del redil de la ortodoxia.  Descanse en paz Escohotado.

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