La
nevada sobre Madrid, que tanto estremeció a los medios y a la opinión pública, acaece
, tal vez, como paradigma de la fuerza de la biósfera frente a la sociedad que
nos cobija. Tradicionalmente, el asunto de los “riesgos naturales” era una
parte sustancial de los tratados de Geografía,
en los capítulos dedicados a las relaciones hombre-medio. Pero, de un tiempo a esta parte, prevalece la
cuestión de los efectos antrópicos sobre el ecosistema, en un relato, casi
religioso, que se ha colado en nuestra concepción del mundo. Dijo Baltasar Gracián: “Donde no hay artificio, todo lo pervierte
Naturaleza”; la frase es una muestra de la visión renacentista de su autor,
pero también de la precaria situación de lo humano en el entorno hostil
(aspecto hoy olvidado) de lo natural. De
pronto, en Madrid, en enero de 2021, la gente se ha visto inerme ante un
fenómeno meteorológico, inusual por estos pagos, pero posible, con tuberías
congeladas y, por tanto, sin agua y sin calefacción, además de con supermercados cerrados y transportes no operativos. Desconozco si alguien se ha planteado el
discurso al uso o si se ha reconsiderado, aunque fuera solo en parte, la fuerza
del planeta frente a nuestra precaria civilización o si, una vez olvidado todo,
tornaremos todos al relato de siempre, el del planeta desamparado ante nuestra
presencia deletérea . Es difícil apartarse de las verdades reveladas (y no
incómodas).
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